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El teatro del Día de Muertos
E

l teatro de las semanas de muertos, en especial de la del Día de Muertos en México no son una representación. Es la vida misma en lo que tiene de irrepresentable. La vida es el origen no representable de la representación. No es más que una representación de la vida. El límite de la metafísica del teatro clásico. El teatro que se iguala a la vida en la individualidad humana donde el hombre es sólo un reflejo. Estética aristotélica que va ligada a reconocer la metafísica occidental.

Millones de representaciones esta semana en altares de muertos en casas, restaurantes, bares, etcétera. En algunos casos, las cenizas de los muertos que son escenario de la vida de muchos mexicanos. Calaveritas azucaradas que representan las muertes de los niños y los abortos, etcétera.

¿En que se convertirá la palabra en el teatro mexicano de la muerte? ¿Tendrá simplemente que callarse o desaparecer? De ninguna manera, la palabra dejará de dominar la escena, pero estaba presente en ésta, tendrá una función en una distinta al que aquella estará ordenada. Sabemos que las representaciones del teatro de la muerte mexicana tenían que ajustarse minuciosamente de antemano. La ausencia del autor (los millones de mexicanos creando su comida y el muerto en escenas que se modifican permanentemente) no abandona la escena a una especie de descuido. Y la escena no se le deja de lado, entregada a la anarquía improvisadora, el vaticinio azaroso y las improvisaciones, el empirismo surrealista o el capricho de la inspiración popular. Todo estará prescrito en una escritura y un texto hecho de una tela que no se parecerá ya al modelo de la representación clásica. ¿Qué lugar le asignará entonces a la palabra esa necesidad de la prescripción que la misma muerte reclama? ¿Cómo funcionaran entonces la palabra y la escritura? Volviéndose a ser gestos.

Se trata de construir una escena muda como una cena cuyo clamor no se haya apagado todavía en la palabra. La palabra es el cadáver del habla síquico y hay que volver a hallar junto con el lenguaje de la vida misma el habla anterior a la palabra. ¿No es esta una parte de lo que es la sicología de los mexicanos?

El teatro de la muerte de los mexicanos es realmente un teatro del sueño, pero del sueño cruel, es decir, necesario y determinado de un sueño calculado, dirigido en contraposición al desorden empírico de un sueño espontaneo. Se puede llegar a alcanzar un dominio de los demonios y las figuras del sueño.

Bajo la palabra lenguaje no debe entenderse aquí sólo la expresión del pensamiento en palabras, sino el lenguaje gestual y cualquier otro tipo de expresión de la actividad síquica como la escritura. ¿Y no es el teatro del Día de Muertos mexicano una escritura?

Paráfrasis del Teatro de la crueldad de Antonin Artaud y Jacques Derrida con mis ideas comunitarias del Día de Muertos mexicano, en La escritura y la diferencia, Jacques Derrida, Ed. Anthropos, 1967.