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López Luján desentraña la dualidad de Mictlantecuhtli
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de noviembre de 2020, p. 5

Los muertos viven, los vivos matan: Mictlantecuhtli y el Templo Mayor fue el título de la conferencia que impartió el arqueólogo mexicano Leonardo López Luján, quien detalló el carácter dual de esa deidad mexica, como el “aterrador y flatulento dios de la muerte, ávido de sangre, asociada con el sacrificio humano y la destrucción, y como la deidad relacionada con una nueva vida, el crecimiento y la germinación del maíz.

Durante la conferencia, el especialista reflexionó asimismo sobre la cosmovisión indígena del Mictlán, el inframundo de los mexicas, como un lugar maloliente y en descomposición.

Transmitida por la plataformas digitales de El Colegio Nacional y como parte del ciclo de conferencias Arqueología Hoy, organizado por esa institución, López Luján dedicó su charla a todo el personal médico en México, que, por desgracia, se ha enfrentado al rostro de la muerte en más de 90 mil ocasiones.

López Luján se refirió al trabajo del investigador Carlos Navarrete, autor del libro San Pascualito Rey. Explicó que a diferencia de lo que muchos suponen, el mito de que el mexicano festeja o teme poco o nada a la muerte es producto de principios del siglo XX.

Esa visión surge con la nueva estética del más allá del trabajo de José Guadalupe Posada, luego difundida por Rivera, Paul Westheim y otros intelectuales en las décadas posteriores a la Revolución, y que con el devenir del tiempo fue inspiración de una multifacética iconografía que inunda cada noviembre edificios públicos, escuelas, mercados, panaderías y panteones.

A partir de esa visión, con tintes pintorescos y de una moderna banalización mercantil, agregó el arqueólogo, “no ha faltado quien ha querido encontrar en el remoto pasado indígena el origen de una supuesta tradición de calaveras amistosas y sonrientes que son burladas una y otra vez por los mortales, lo cual no es así.

“Si bien es cierto que la cosmovisión mexica o la maya carecen de algo equivalente al terrorífico infierno del cristianismo, tampoco se puede decir que antes de la llegada de los españoles no se temiera a la muerte, ni que seres como Mictlantecuhtli no inspiraran enorme respeto en el creyente.

Los dioses del inframundo no sólo tienen un carácter aterrador en los códices, sino en otras láminas; esos seres desempeñan una singular función en el nacimiento de los humanos.

López Luján habló de manera detallada sobre el hallazgo, las fuentes históricas y los rigurosos estudios científicos en torno a lo que hoy se conoce como la Casa de las Águilas, parte de las ruinas arqueológicas del Templo Mayor, lo que dio pie al hallazgo de las figuras de Mictlantecuhtli, ser descarnado, cadáver en proceso de descomposición, más que esquelético, como hoy lo pinta la cultura popular.

Se refirió también a las diversas formas de la pérdida de la vida. “Las religiones mesoamericanas –explicó– carecían de una doctrina de salvación. Lo que determinaba el lugar al que iban las almas, no era la conducta de los individuos habían tenido en vida, sino el tipo de ocupación que en ella había ejercido o el tipo de su muerte”.

El Mictlán, refirió, era un lugar muy distinto al infierno de la cosmovisión cristiana. Era un lugar oscuro, frío, húmedo y pestilente, donde se bebe pus y se comen abrojos. Es decir, el mundo de los muertos no tiene nada de jocoso, ni festivo para los pueblos mesoamericanos.