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Homenajea la Filah al historiador Guillermo Tovar de Teresa
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de octubre de 2020, p. 5

Mantener vivo el nombre del historiador y coleccionista de arte Guillermo Tovar de Teresa (1956-2013), y su compromiso con la conservación del patrimonio del país, fueron las inquietudes arrojadas por el conversatorio y homenaje virtual celebrado en su honor en la 31 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (Filah).

Los participantes, los historiadores Cristina Gómez Álvarez y Xavier Guzmán Urbiola, el periodista Carlos Martínez Rentería, y, como moderadora, Guadalupe Lozada León, encargada de despacho de la Secretaría de Cultura local, propusieron la redición de sus libros –contaba 39– y ver de qué manera el material que dejó en su casa –su archivo, su biblioteca, sus colecciones ahora museo– puede ofrecerse para consulta pública.

Muchas obras de Tovar de Teresa fueron editadas por bancos y empresas privadas, por lo que se quedaron en las bibliotecas de quienes las recibieron como regalos, y no tuvieron rediciones. De allí que generaciones recientes no las conocen.

Gómez Álvarez, coautora con Tovar de Teresa de Censura y revolución. Los libros prohibidos por la Inquisición de México, 1790-1819 (2009), recordó que al mes de fallecido hubo un acto en el que se ofreció crear un premio con su nombre, para estimular la investigación en torno a la conservación del patrimonio; sin embargo, no lo cumplieron.

La investigadora también preguntó por dos proyectos en que trabajaba Tovar de Teresa: un estudio sobre la Colonia, que era una oportunidad para replantear algunas cosas que había estudiado, pero de las que ahora ya no estaba tan convencido, y un gran libro de la historia de México.

La transición

Tanto Gómez Álvarez como Guzmán Urbiola y Martínez Rentería fueron amigos del homenajeado en una época posterior. Sus nuevos amigos, apuntó la historiadora, son muy relevantes porque “en los últimos años de su vida Guillermo estaba en un proceso de transición política e ideológica en el que entabló diálogos con personas que tenían una posición política diferente. Incluso, sus temas de investigación habían variado. De la Colonia ya no quería saber nada, del barroco menos –el XIX siempre le encantó sobre todo por la fotografía–, ya estaba en el siglo XX”.

Guzmán Urbiola –conoció a Tovar de Teresa desde la secundaria, aunque cultivó una amistad años después– aludió que Guillermo se sentía muy solo porque habían muerto o estaban por fallecer sus grandes amigos como Rufino Tamayo, Octavio Paz, Iturriaga y Fernando Benítez.

Según Gómez Álvarez, Guillermo rompió con la élite cultural de este país, élite que hoy juega un papel muy triste, y se acerca más a la izquierda. No estaba de acuerdo con las prácticas de esta élite de sacar provecho del erario para beneficio personal.

Para Martínez Rentería, su amistad con el historiador fue una travesura permanente, y obedecía al naciente interés por la contracultura. Era su forma de escaparse de su mundo de erudición y perspectiva de la historia del arte, en aras de la fiesta. Cuando Tovar de Teresa lo invitó a pertenecer al Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, era porque abordaba una parte de la crónica de esta urbe que no cubriría ninguna de los especialistas en las diferentes épocas de la cultura de la ciudad: lo irreverente, lo nocturno, los antros, incluso, los excesos.