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Guatemala deportará a los indocumentados hondureños

La amenaza no desalienta a decenas que prosiguen su viaje hacia México

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▲ El migrante en silla de ruedas Wilmer Chávez, de 33 años, es ayudado por otros a subir a la parte trasera de un camión que se detuvo para dar un aventón a los migrantes.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de octubre de 2020, p. 21

Morales, Guatemala., La advertencia del presidente de Guatemala de que deportará a todos los migrantes que hayan ingresado ilegalmente al país y la dureza de caminar kilómetros y kilómetros hizo que ayer decenas de hondureños optaran por regresar, aunque cientos continúan su camino hacia la frontera con México por diversas rutas.

Las autoridades migratorias guatemaltecas indicaron que los migrantes se dividieron en grupos: uno de 700 personas a bordo de camiones y minibuses iba en dirección norte a través de la selva del Petén; otro más pequeño, de 400, se dirigía en autobuses o caminando hacia la Ciudad de Guatemala. Un tercer grupo, de 800 migrantes, todavía caminaba hasta el lugar donde la ruta se bifurca.

Fernando Sabión, un hondureño de 20 años era uno de los que decidió seguir avanzando. El viernes caminaba bajo el sol, sin camisa y con Ángel en brazos, un bebé de cuatro meses. El niño no es suyo, pero estaba echando la mano a la madre del pequeño, otra hondureña, Madelin.

Me voy porque quiero conocer a mi papá, él está en Estados Unidos y no lo conozco, se fue cuando yo era bebé, comentó el joven. Quiero llegar y encontrar un trabajo en construcción.

Madelin, quien no quiso dar su apellido, intentaba animarse como podía porque ya que se lanzó y no quiere regresar. Aunque vayan empollados los pies, uno lo hace por el bien de sus hijos, dijo. Sabíamos que era cansado, pero vamos a llegar.

Algunos, como Wilmer Chávez, consiguieron que vehículos que pasaban por la carretera los llevaran durante algunos kilómetros. En su caso, un camión paró y Chávez, de 35 años, se acomodó con su silla de ruedas en la cama de la cabina con la ayuda de otros migrantes.

La caravana ha traído a la memoria la organizada en octubre de 2018, también justo antes de unas votaciones estadunidenses, que se volvió tema de campaña y avivó la retórica contra la inmigración, algo que este año el presidente mexicano quiere evitar a toda costa.

Pero el que todo este flujo tenga lugar en medio de la pandemia da otra dimensión al fenómeno y añade el argumento de la salud pública a las declaraciones de las autoridades.

No permitiremos que alguien extranjero que está utilizando métodos ilegales para ingresar a este país crea que tiene el derecho de venir a contaminarnos y ponernos en grave riesgo, dijo el presidente guatemalteco Alejandro Giamma-ttei el jueves por la noche. Se ha dado la orden de que sean detenidas en el territorio guatemalteco todas aquellas personas que hayan entrado ilegalmente y sean retornadas a la frontera de su país.

Giammattei emitió una orden que suspendería algunos derechos constitucionales en las provincias por las que se prevé que pase el contingente, aparentemente con el objetivo de facilitar su detención.

Ayer por la mañana parecía que todos los que regresaban lo hacían por propia voluntad.

El sueño se acabó por el momento, dijo Edwin Pineda mientras esperaba un autobús que lo regresara a Honduras después de dos jornadas de viaje junto a su esposa, su suegro y su hijo de 4 años y sin una moneda en los bolsillos. Quizás la próxima vez lo haga solo, agregó el joven de 25 años.

En algunos casos, aceptaban ser trasladados hasta la frontera por patrullas o en camiones del ejército. En un punto cerca de Morales, en Guatemala, un soldado con un megáfono alertaba a los migrantes de los peligros de continuar la ruta y convencía a algunos de que se subieran a sus vehículos para regresar.

La agencia de migración guatemalteca indicó ayer que 108 migrantes aceptaron el retorno voluntario y que 25 menores no acompañados fueron puestos bajo la tutela de los servicios sociales.

Guatemala reabrió sus fronteras en septiembre después de meses de cierre como medida para evitar la transmisión del coronavirus y el jueves vio cómo 2 mil personas cruzaron en avalancha, aunque sin violencia, desde Honduras.

Los migrantes, como en anteriores ocasiones, dijeron haber visto la convocatoria de la caravana en las redes sociales y los motivos que los animaron a unirse –la pobreza y la violencia, sobre todo– son los mismos de años recientes. Sin embargo, la pandemia ha complicado los ya de por sí graves problemas económicos de muchas familias, las oportunidades de empleo se han reducido y la necesidad de buscar opciones para salir adelante ha animado a muchos a emigrar.

La situación se complicó el año pasado cuando el presidente estadunidense Donald Trump amenazó a México con imponer sanciones a todas sus exportaciones si no cortaba esos flujos.

En respuesta el gobierno mexicano bloqueó el paso a las nuevas caravanas con el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional. El último intento de los migrantes, en enero de este año, fue duramente contenido ya que después de cruzar el río fronterizo con Guatemala, fueron interceptados y deportados.