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Festín de arte
D

e las actividades que más extrañé durante lo más severo de la pandemia fue visitar museos que son portales a la belleza, el conocimiento, a viajar a otros mundos y épocas. Con especial anhelo esperaba la exposición de Modigliani, que estaba anunciada desde principios de año.

Ahora finalmente abrió sus puertas en el Museo del Palacio de Bellas Artes con extremas medidas de seguridad, que alargan el tiempo de la visita, pero vale la pena en todos los sentidos: se siente seguro y la lentitud forzada permite apreciar un buen rato cada obra.

El París de Modigliani y sus contemporáneos está integrada por 23 obras del artista, de las cuales 13 son pinturas, cuatro de ellas consideradas obras maestras y 10 dibujos. Sus figuras de facciones alargadas, con ojos de mirada intensa, con la pupila de colores profundos que a veces lo ocupan todo, son únicas e irrepetibles.

Amedeo Modigliani nació en Livorno, Italia, y se trasladó a París a principios del siglo XX, época en que la ciudad francesa era el epicentro de las nuevas corrientes artísticas, lo que atrajo a creadores de distintas partes del mundo. La mayoría, con pocos recursos, convivían en los mismos barrios, cafés y bares, con frecuencia compartían cuartos y talleres.

La exposición la integran poco más de 140 piezas de 39 de artistas de distintas procedencias que en cierto momento departieron con Modigliani, con algunos como Diego Rivera, compartieron estudio una temporada y el italiano le pintó varios retratos, unos de ellos se puede ver aquí. Otros mexicanos con quienes tuvo amistad fueron Ángel Zárraga, Carlos Mérida y Santos Balmori. De todo ello se muestran obras, al igual que de André Derain, Suzanne Valadon, Maurice Utrillo y Chaim Soutine.

Hay tres pinturas de Modigliani particularmente conmovedoras: Niña vestida de azul, el retrato de su pareja, Jeanne Hébuterne con henna, y de su amigo cercano el pintor ruso Chaim Soutine. De este último hay obras que estremecen como La loca y un trozo de carne sangrante: El buey. En uno de los videos nos enteramos que sufría angustia y depresión, lo que se refleja en su pintura que sin, embargo, es extraordinaria.

Tuvimos la oportunidad de admirar varias obras de una magnífica pintora poco conocida, Suzanne Valadon, quien comenzó como modelo de artistas, entre otros de Toulouse Lautrec, Pierre-Auguste Renoir y Edgar Degas. Este último fue su maestro.

Era una mujer muy libre que vivió intensamente la vida bohemia al lado de los pintores y fue madre de Maurice Utrillo, de quien también hay muy buenos cuadros en la exposición.

Un encanto de la muestra es que en distintas salas hay videos del París de esa época; los barrios bohemios de Montparnasse y Montmartre, donde se desarrollaba gran parte de la vida de los pintores. Conocemos algunos estudios, casas donde vivieron y sus fotografías, imágenes que nos trasladan al ambiente de efervescente creatividad que generaron las vanguardias artísticas que cambiaron la historia del arte.

La estrecha colaboración entre el curador italiano Marc Restellini, especialista en Modigliani, y Jaime Moreno Villarreal, curador de la sección mexicana, logró la privilegiada selección de obras.

Restellini consiguió para la parte internacional obras de artistas sobresalientes de la Escuela de París y Moreno aportó trabajos destacados de mexicanos que tuvieron amistad con Modigliani.

Es una exposición imperdible y con el agasajo adicional de que ya funciona nuevamente el Café del Palacio. El dueño y chef Luis Bello Morín ofrece sus exquisitos chiles en nogada y un menú de reapertura en el que no faltan los clásicos del café: el gazpacho, único y delicioso, el caldo loco, la ensalada César, los gnocchis de espinacas. Muy recomendable el huachinango al mango con salsa de origen tailandés hecha con mangos casi maduros y nueces de la india, acompañado con arroz tailandés al vapor.

La clásica baguette french dip, emparedado favorito de muchos de los que somos clientes asiduos: jugoso roast beef hecho ahí y aderezado con confit de cebolla al vino blanco. No hay que olvidar el postre: pastel de zanahoria o el sublime de chocolate y nueces flour less.