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Desde otras ciudades

En Nairobi, atender niños con capacidades diferentes no sólo es un reto cuando hay pasión

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▲ El terapeuta Deniss Mandera enseña a una madre cómo su pequeña puede mover los pies con ayuda, en el Centro Mathare para niños con necesidades especiales, el cual sobrevive gracias a la caridad de donantes.Foto Afp
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n la barriada de Mathare, una de las más grandes de la capital de Kenia, Nairobi, Elizabeth Waithera de 37 años estableció un centro para niños con discapacidad que a menudo son marginados por sus comunidades y, a veces, incluso por sus propias familias.

La colorida estructura de paredes cubiertas de animales pintados o personajes de dibujos animados como Winnie Pooh es un verdadero oasis para los niños.

La mayoría de estos jóvenes y niños sufren discriminación y estigmatización, incluso por parte de sus padres, explica Waithera, quien es sicóloga.

En el centro trabajan fisioterapeutas y auxiliares de enfermería que ayudan a los niños con parálisis cerebral, autismo, sordera, ceguera y trastornos mentales.

Un terapeuta también viene dos veces por semana gracias al apoyo de la ONG ActionAid.

Los días en los que no hay sesión de fisioterapia el centro es reconvertido en un área de recreo para los niños con el fin de ofrecer a los padres una pausa en su horario sobrecargado por la atención que deben prestarles, explica su fundadora. Esto permite que busquen una manera de ganar dinero o simplemente descansar.

“A los niños sordos o ciegos con suficiente motricidad hemos comenzado a ofrecerles una formación profesional básica como el ganchillo, con la esperanza de algún día poder enseñarles el uso de máquinas de coser.

Y en un futuro próximo queremos ofrecer este tipo de formación a niños con autismo u otras formas de discapacidad, agregó.

Todas las prestaciones son gratuitas y el centro se financia totalmente con donaciones. Es un verdadero reto ofrecer todo esto gratis. Hay que tener en cuenta que tengo empleados que deben ser pagados, al igual que la comida, el alquiler, los pañales... Es un gran desafío porque dependemos de los benefactores, lo que significa que un mes puede ser bueno y el siguiente difícil, explica Waithera.

La pandemia de Covid-19 tuvo un impacto negativo en el financiamiento de la estructura, haciendo difícil el pago del fisioterapeuta cada fin de mes.

Pero fue muy amable y siguió ofreciendo sus servicios, en tiempo y hora, incluso cuando no le habíamos pagado durante varios meses seguidos.

Afp