Número 156 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
El herbicida de la discordia
Bruno Kelly, Greenpace

Científicos responden al Consejo Nacional Agropecuario

Dr. Manuel Ángel Gómez M.C. Laura Gómez Tovar gomezlaura@yahoo.com CIIDRI Universidad Autónoma Chapingo (COBI)

En este artículo se responde a las aseveraciones, sin fundamento, del presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Bosco de la Vega, realizadas en el noticiario de Carmen Aristegui y en otros medios de comunicación.

El glifosato es un herbicida o mata hierbas que tiene varias presentaciones comerciales en México y se usa en decenas de cultivos, incluyendo el maíz. El gobierno mexicano prohibió la importación de esta sustancia en 2019 y sólo se usará lo que queda en inventarios a nivel nacional, en una transición a 4 años para su prohibición total en 2024. Sin embargo, el CNA ha argumentado insistentemente que se perderá el 50% de la producción de alimentos en México y se retrocederá en lo poco que se tiene de soberanía alimentaria; dice que no hay alternativas y “pide un plazo de transición de al menos 5 años para una revisión profunda del uso del glifosato en el país y para realizar las investigaciones y el desarrollo de sustitutos viables” (Excelsior, 15/06/20). El CNA también afirma que no hay suficiente evidencia de que se trata de una sustancia peligrosa y no existen opciones tecnológicas. Seguramente con esta propuesta el CNA espera que en un nuevo sexenio se cancele la prohibición.

El glifosato fue clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2015 como posible carcinógeno en humanos, por lo que sí es una sustancia peligrosa para la salud, siendo comprobado ya en 1,108 artículos científicos (Rossi, 2020 disponible en: http://www.naturalezadederechos.org/antologia5.pdf). Entre los daños en humanos se reportan: malformaciones congénitas, alteraciones en el sistema renal, hepático, nervioso, hormonal y gastrointestinal, infertilidad, diversos tipos de cáncer (linfoma No Hodgkin), encelopatía, autismo, parkinson y daños al sistema inmune –hoy más peligroso por el Covid-19. Entre los daños a la biodiversidad están afectaciones a anfibios, peces, aves, abejas, reptiles, y otros animales. También hay contaminación de agua y suelo (Watts et. al, 2016 citado por Bejarano, 2017). El 24 de junio de 2020, Bayer aceptó pagar 10,900 millones de dólares para terminar con 125 mil demandas que le presentaron en Estados Unidos por casos de cáncer provocados por glifosato (El País y Forbes, 24 de junio, 2020).

Referente a que no hay opciones tecnológicas, claro que sí las hay, la agricultura orgánica prescinde de todo tipo de plaguicidas, incluyendo al glifosato. Hoy en día existen experiencias de agricultura orgánica y agroecológica en el país, que practican 215 mil productores y van aumentando cada vez más. Tan sólo de agricultura orgánica se tienen 658 mil hectáreas de cultivo, 1.2 millones de ha de recolección y 60 mil ha de ganadería, todo ello certificado. En el mundo se cultivan más de 70 millones de hectáreas orgánicas de cultivos (FIBL/IFOAM, 2019).

Hoy en día la modernidad da opciones, a los grandes y pequeños agricultores, para sustituir al glifosato, como se está haciendo en otros países, a través de prácticas agroecológicas, con diversas formas de uso de maquinaria agrícola (desbrozadoras, chapeadoras, motocultores, tractores tipo zancudos, etc), falsa siembra, cultivos imbricados, coberteras con leguminosas, acolchados plásticos y orgánicos, labranza de conservación sin herbicidas, herbicidas orgánicos a base de ácidos grasos y vinagre, entre muchas otras. Lo anterior privilegia la importancia que adquiere la salud para la sociedad, trabajadores y consumidores, así como la protección del suelo, agua y biodiversidad.

Sinaloa, en la producción de maíz blanco convencional, es un ejemplo de no uso de glifosato. En 90% de su superficie y producción, en 510 mil hectáreas para 2019, con rendimientos superiores a 12 toneladas/ha (expresidente de la organización de productores de maíz en Sinaloa). INFO SIAP (2019) reporta para ese estado una siembra de maíz en 518,538 hectáreas, con una producción de 5.8 millones de toneladas (ciclo otoño invierno de riego). Lo que hacen los grandes productores de Sinaloa para no usar glifosato, es regar la parcela, dejar que salgan las hierbas, descostrar el suelo con maquinaria y con ello quitan las hierbas que emergieron, siembran y de forma conjunta fertilizan. Con ello, el maíz les gana a las hierbas en su emergencia y al haber una alta densidad de plantas por ha (110 mil plantas), las malezas emergen en poca cantidad, no siendo necesario aplicar herbicidas (Campos, agosto, 2020).

Sobre el 50% de pérdidas de producción al dejar de usar el glifosato, el CNA tergiversa a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Al respecto hay países que han apostado a la agricultura orgánica, generando políticas de apoyo. Vale la pena nombrar los casos de 9 países que tienen más de 10% de su superficie total agrícola como orgánica; a saber, Austria con 24%; Estonia con 20.5%; Suecia con 18.8%; Italia con 15.4%; Latvia con 14.8%; Suiza con 14.4%; Finlandia con 11.4%; Francia y Eslovenia con 10%. Estados Unidos, España, China, Australia, y Argentina tienen cada uno más de 2 millones de hectáreas orgánicas sin usar ningún agrotóxico (FIBL/IFOAM, 2019). Además, varios países, sobretodo de Europa están prohibiendo el glifosato y no aceptarán productos de naciones que sí lo apliquen; por lo que el CNA debe prepararse para el futuro y dejar de usar esta sustancia si desea mantener la exportación.

El CNA debe saber que sí hay daños a la salud humana por el glifosato, demostrado en 1 108 artículos científicos. Sí hay opciones viables para producir sin herbicidas y sin otros agrotóxicos, millones de hectáreas lo confirman. De hecho, Bayer-Monsanto acepta que hay problemas con el glifosato al pagar 10,900 millones de dólares a 125 mil demandantes. •

Chris Petts, Greenpace