El París de Modigliani y sus contemporáneos fue un reto que se nos colocó enfrente desde un principio, incluso antes de la pandemia de Covid-19, expresó Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (Inbal), en el acto protocolario de apertura de la muy esperada exposición que comprende 23 obras del pintor y escultor italiano Amadeo Modigliani (1884-1920). La ceremonia oficial, ayer por la mañana en el Palacio de Bellas Artes, estuvo a cargo de Alejandra Frausto, secretaria de Cultura federal, con la presencia de Beatriz Gutiérrez Müller, presidenta del consejo honorario de la Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México.

Reto porque es la primera vez que la colección de Jonas Netter viaja al continente americano, así como la primera ocasión en que parte de su obra dialoga con otros artistas en su espacio de exhibición y traiga a la memoria la construcción de un intercambio fecundo que se desarrolla en las primeras dos décadas del siglo XX.

El París de Modigliani... iba a ser inaugurada en marzo; sin embargo, la emergencia sanitaria nos obligó resguardarla durante casi seis meses, tiempo en que se trabajó para pensarla de manera diferente, señaló Jiménez. Eso implicaba muchas cosas, entre otras, un nuevo diseño museográfico, un cambio tecnológico para que la interacción de las y los visitantes fuese segura, pero también pensarla desde el punto de vista de las nuevas redes, la nueva digitalidad, que se ha instalado para no irse, porque ha permitido muchos nuevos aprendizajes, y que se abriera un micrositio para compartir la obra de Modigliani, Utrillo, Cezanne, entre muchos otros creadores que impulsaron esta vanguardia parisina, así como poder compartir textos que desarrollaron destacados investigadores mexicanos.

Modigliani nos contagió con su capacidad de diálogo intercultural porque fue amante de Dante, conocedor de la tradición africana, del simbolismo y de filosofías que se sintetizan en muchos trazos, colores y figuras, que en esa sencillez encierran mundos intensos y complejos. La muestra es “una ventana para animarnos a explorar los más diversos nexos, a acercarnos a artistas escasamente vistos en México –por ejemplo, el veracruzano Benjamín Coria– y a mirar a nuestros grandes creadores en un contexto diferente”.

Para la directora general del Inbal, al igual que Jonas Netter y Modigliani, esta exposición vivió en resistencia y en resiliencia junto con un equipo que, trabajando en silencio, pero con el corazón en la mano, pudo llegar ahora con la firme esperanza de que hoy el público pueda disfrutar de ella.

Beatriz Gutiérrez Müller refrendó la invitación para que el público visite la exposición con las medidas de higiene que nos indican. El arte es muy necesario para salir adelante: Necesitamos muy buenos médicos, tener cuidados personales en casa, en nuestra comunidad, pero también necesitamos salir de nuestras zonas de protección y empezar a reconocer lo que existe más allá de nuestra casa para quienes han tenido la fortuna de permanecer en ella.

Alejandra Frausto reconoció: Perdimos libertades en estos meses; sin embargo, la libertad de la creación, de la imaginación, no se puso en cuarentena. Allí tuvo que mucho que ver la voluntad, la generosidad y algo que se ganó también en estos tiempos, que es un rasgo de humanismo. Creo que vivimos un nuevo humanismo porque nos volvimos a plantear todo.