ase lo que pase, con o sin pandemia, los paisanos –millones de ellos expulsados de su tierra durante el régimen neoliberal– no dejan de apoyar a sus familias, a la vez que, en forma permanente, inyectan grandes cantidades de divisas que, de paso, ayudan a la destartalada economía mexicana.

Como subrayó el presidente López Obrador en su segundo Informe de gobierno, muchas gracias a nuestros paisanos migrantes. Ahora que más se les ha necesitado es cuando más han ayudado a sus familiares en México. Pese a la pandemia en Estados Unidos, las remesas han crecido 10 por ciento respecto del año pasado y previó que llegarán a 40 mil millones de dólares a finales de 2020, un récord en beneficio de 10 millones de familias (alrededor de 40 millones de mexicanos). Con el aumento de las remesas desde Estados Unidos de paisanos a sus familiares, con los programas de Bienestar y los créditos que otorgamos a los de abajo, la pandemia no ha desembocado en hambruna ni en escasez de alimentos ni en asaltos, y el pueblo de México tiene recursos para su consumo básico.

El problema, dicho sea de paso, es que cuando ellos necesitaron a su país, a sus autoridades, a sus instituciones, éstas simplemente les dieron la espalda y los dejaron a su suerte (Fox cínicamente llegó a presumirlos como productos de exportación de alta calidad) y debieron emigrar en busca de mejores condiciones de vida, mismas que les fueron negadas en su propia tierra.

En los primeros 7 meses de 2020, con base en los reportes del Banco de México, el saldo acumulado de los envíos de los paisanos se aproximó a 23 mil millones de dólares y, como apunta López Obrador, se estima que cerrará el año en alrededor de 40 mil millones (más de 800 mil millones de pesos, o el equivalente a 13 por ciento del Presupuesto de Egresos de la Federación para el presente ejercicio).

Con lo anterior, el saldo acumulado de las remesas de los paisanos en lo que va del presente siglo ronda 450 mil millones de dólares, monto equivalente a 45 por ciento del producto interno bruto a precios actuales.

Contra viento, marea, pandemia, racismo y xenofobia, los paisanos no aflojan el paso, con todo y que, como advierte el Centro de Investigación Pew (CIP), el brote de coronavirus ha dañado de manera significativa las finanzas de los hispanos en Estados Unidos. A medida que la economía del país se contrajo en proporción récord, la tasa de desempleo del grupo aumentó de forma drástica, sobre todo entre las mujeres hispanas, y se mantiene más alta entre los trabajadores latinos que entre los estadunidenses en general.

Con los hogares hispanos absorbiendo la pérdida de empleos y salarios, subraya el CIP, “muchos han dicho que es posible que no puedan pagar sus facturas. Sin embargo, incluso antes del brote, a los hispanos les preocupaba su situación económica, pese a los niveles casi récord de desempleo hasta finales de 2019.

En medio del Covid-19, la tasa de desempleo para los hispanos aumentó de 4.8 por ciento en febrero de 2020 a un pico de 18.5 por ciento en abril del mismo año, antes de caer a 14.5 por ciento en junio, sin ajuste estacional, lo que supera los niveles de la recesión de 2007-2009, cuando la tasa de desempleo alcanzó un máximo de 13.9 por ciento en enero de 2010”.

La tasa de desempleo entre las mujeres hispanas ha tenido un aumento pronunciado, pues saltó de 5.5 a 20.5 por ciento entre febrero y abril de 2020; entre los hombres el aumento fue de 4.3 a 16.9 por ciento. Encuestas del CIP señalan que alrededor de 6 de cada 10 latinos dijeron en mayo que viven en hogares en los que se han tenido pérdidas de empleo o recortes salariales debido al brote de coronavirus. Aun así, mantienen las remesas.

Las rebanadas del pastel

Es tal el amargor y la frustración, que a Margarita Zavala le dio por contar chistes: México Libre lo encabezó yo, y la carcajada se escuchó por todas partes.

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