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Nosotros ya no somos los mismos

Epigmenio Mendieta y su defensa de Rosario Robles // La estafa maestra, $15 mil millones evaporados en el acto// ¡Nombres, nombres!

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▲ Rosario Robles.Foto Cristina Rodríguez
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l abogado Epigmenio Mendieta, defensor de doña Rosario Robles Berlanga (RR) es, seguramente, un fiel devoto de la virgen María (madre de Dios, según consta en la oración laudatoria más conocida), a quien en su advocación de Virgen del Sagrado Corazón, se le otorgó acreditación celestial (documento muchísimo más reconocido que mi simple cédula profesional), en la que le reconoce el título de abogada de las causas difíciles y desesperadas. Me atrevo a la anterior afirmación después de leer las argumentaciones en las que don Epigmenio fundamenta con una fe paradigmática, propia del primer destapado de la sucesión jerarquía católica, el apóstol Pedro, antes de que un trasnochado gallo cantara en plena madrugada en el Monte de los Olivos: la señora RR es inocente, saldrá en libertad y demandará, por no menos que 15 mil millones, a todo potencial votante por la 4T en 2021.

Dice don Epigmenio: Es falso que nuestra defendida esté acusada de una afectación al erario federal. ¡Perdón! ¿escribió mal? ¿entendí pior? Entonces los 15 mil millones de pesos que hasta el momento constituyen la cantidad evaporada en el acto que, con todo tino, se ha denominado como la estafa maestra, ¿qué representan? (Dicen que este nombrecito indignó a doña Elba Esther, pues ella reclamaba para sí tales títulos y honores pero, como quedó claro: una osada alumna superó a la maestra por más de 10 narices (talla Cyrano de Bergerac). Tal vez para la defensa de doña RR esos 15 mil millones resulten simple morralla, una bicoca, el cambio, la feria, el vuelto, una fruslería, sobre todo si se toma en cuenta el número de hampones que compartieron el inmenso botín.

Pero dejemos a don Epigmenio y sus (explicables) delirios y veamos las opiniones directas de doña RR, quien sostiene que las verdaderas causas de la privación de su libertad son: La venganza de unos, la cobardía y el silencio cómplice de otros.

Veamos la primera afirmación: La venganza de unos. Comenzaré por anotar que unos es evidentemente el plural de uno y que dependiendo del uso que en una oración se le dé, puede ser clasificado como adjetivo y artículo indefinido o como pronombre indeterminado. Queda evidente que una denuncia formal contra unos infames vengadores, no puede quedarse en la oscuridad. Fíjense ustedes, en el Universo Marvel hay hasta el momento 22 cintas con diversos vengadores, oséase, los que ejercen la venganza (del futuro, anónimos y muy peligrosos unidos). Venganza es un sustantivo, pero los vengadores, los que conjugan la acción del verbo vengar son los sujetos, nombres, y eso es lo que todos le solicitamos (como en las viejas asambleas): ¡nombres, nombres!

La venganza, primer móvil que denuncia doña Rosario. Su más breve y certera definición es la vieja sentencia ojo por ojo, diente por diente. La venganza no es una acción inicial, sino una reacción, una respuesta a un daño sufrido previamente.

Venganza es desquite: me hiciste, te hago. Quiero que sientas lo que yo sentí.

Hay venganzas que son respuesta explicable –nunca permisible– a un agravio sufrido por el vengador. Pero, ciertamente, hay muchas venganzas equívocas, sin siquiera una motivación cierta: maté a ese hombre para vengar a mi hermano, a quien él traicioneramente asesinó. Y resulta que el hermano vivito y súper coleando andaba de farra, el cadáver que motivó la ira no era el suyo. (Los cadáveres difícilmente recorren antros después de). Para que la hipótesis de la venganza se objetive, tendría que decirnos, doña Rosario, a quiénes señala como autores de la misma: ¿a los viejos compañeros de lucha universitaria con los que participó y de los que luego renegó? ¿Los camaradas con quienes colaboró para construir una opción política, a la que pronto convirtieran en agencia de colocaciones, fideicomisos destinados a la obtención de beneficios, prebendas y posiciones personales?, ¿a las bases de un partido que llegó a aglutinar a los viejos y honorabilísimos militantes de una izquierda siempre perseguida y nunca sometida (y luego sitiada por las peores pirañas políticas como los Chuchos y los Gracos), organización a la que luego defraudó y traicionó de manera vil y artera?

Vaya que le debe resultar difícil identificar, entre cientos de ofendidos, cuáles podrían estarlo al grado de una venganza letal y, además, tener la capacidad de hacerla efectiva. ¡Nombres, nombres!

Después de referirnos a la venganza de unos no podemos pasar por alto la más trascendente de las denuncias y reclamos de la señora RR. Ella la llamó: el silencio cómplice de otros. Se trata de la mecha que, si se enciende y deja correr, provocará la mayor implosión del sistema político neoliberal que hoy todavía nos envuelve. Platiquémoslo el próximo lunes 7.

Twitter: @ortiztejeda