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Messi
E

s un ídolo mundial. Su fama es enorme, comparable con la de su paisano el papa Francisco.

Es también el máximo exponente del juego más popular del planeta y, al mismo tiempo, de una de las industrias con mayor poder económico, que mueve alrededor de 500 mil millones de dólares al año.

Mide apenas 1.69 metros y tiene una figura menuda. Desde pequeño le apodan La Pulga. Posee un talento extraordinario para jugar al futbol y, se dice, también presenta un grado leve del síndrome de Asperger, que afecta su capacidad para socializar. Es un hombre reservado.

Nació en Rosario, Argentina, hace ya 33 años. Se llama Lionel Andrés Messi y a principios de esta semana cimbró al futbol mundial y ocupó prácticamente todos los espacios noticiosos en Europa y el mundo, luego de que a través de un carta certificada hizo pública su decisión de terminar el contrato que mantuvo por dos décadas con el Club Barcelona, uno de los más importantes del orbe y el único equipo profesional donde ha jugado.

Según la prensa española, el futbolista se habría acogido a una cláusula incluida en su contrato que le permitía irse del Barcelona libremente y gratis, al final de la temporada, pero el club argumenta que ésta caducó el pasado 10 de junio, por lo que considera que Messi deberá cumplir el contrato, vigente hasta el 30 de junio de 2021, o pagar 700 millones de euros.

El diferendo podría suponer el inicio de una larga batalla legal, dado que para Messi la pandemia del Covid-19 alteró el calendario del futbol europeo, el cual terminó apenas el fin de semana pasado, con dos meses de retraso respecto a lo previsto y, por tanto, la cláusula en cuestión continúa vigente.

Pero Lionel Messi no está dispuesto a pagar. Se ha amparado ya en la llamada doctrina de la FIFA –el organismo rector del futbol en el mundo– y, a decir de algunos, no existe jurisprudencia que impida al jugador cambiar de equipo.

Las razones de la ruptura no han sido especificadas por el astro del futbol, aunque ya de tiempo atrás se rumoraba de su hartazgo. Trascendieron algunos desencuentros con la nueva directiva del equipo, encabezada por Josep María Bartomeu, a los cuales se sumaron recientemente los malos resultados deportivos y el posterior despido de jugadores importantes en la plantilla.

Lo cierto es que desde los 13 años de edad, cuando su padre firmó el primer contrato sobre una servilleta de papel y se mudó con toda la familia a radicar a Barcelona, el todavía número 10 del Barça no sólo ha sido un motivo de orgullo y un emblema deportivo para los catalanes, sino que ha representado, además, un producto comercial excepcional para el club de futbol y para la propia comunidad autónoma. Su sola presencia en las canchas se traduce cada año en millones de euros.

No anticipo cuál será el desenlace final. Al parecer no habrá vuelta atrás. La relación laboral entre Messi y el club está rota, a pesar de los afanes de la directiva por recomponerla. Pero vaya o no a los tribunales, el asunto tendrá un impacto global. En España, por lo pronto, se da por hecho que el futbolista cambiará de aires.

Y mientras tanto en Barcelona no hallan cómo apagar la hoguera ante los airados reclamos y las protestas de los socios y aficionados por la posible partida de su ídolo y capitán, en otras ciudades europeas como París, Torino, Milán y Manchester, ya sueñan con poder reclutar en sus filas al más famoso, al más rentable jugador de futbol en la actualidad.