Mundo
Ver día anteriorJueves 27 de agosto de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

Tercera jornada de convención

Noche de adulaciones a Trump, quien embelesa al Partido Republicano

La campaña del magnate, más preocupada por imponer la ley y el orden que por el racismo

Foto
▲ El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, fue el orador estrella en la tercera noche de la Convención Nacional Republicana, que se celebra de manera virtual.Foto Afp
Foto
▲ Una persona disfrazada de la parca se manifestó en Washington, afuera del auditorio Andrew W. Mellon, con un cartel en el cual denuncia las miles de muertes por coronavirus y el mal manejo del presidente Donald Trump sobre la pandemia.Foto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 27 de agosto de 2020, p. 22

Nueva York. En la penúltima noche de la Convención Nacional Republicana, el guion de adulación al líder por un partido subyugado sólo con él –los disidentes de secta no están presentes ni fueron invitados– continuó con otro desfile de políticos y ciudadanos sicofantes, culminando con el siempre cauteloso y ultraconservador cristiano vicepresidente Mike Pence y su esposa, y todo, dicen, está bendecido por Dios.

Donald Trump y sus aliados han logrado no sólo imponerse sobre su partido, sino que también rompieron las normas y muy posiblemente la ley, al subyugar al Poder Ejecutivo en favor de sus propios intereses electorales en esta convención en gran medida virtual, todo pagado por el público. No sólo han violado normas, sino que están impulsando una versión de la realidad –sobre todo en torno al manejo de la pandemia– falsa.

A nadie de verdad le importa la Ley Hatch fuera de Washington, respondió ayer el jefe de gabinete de Trump, Mike Meadows, en referencia a la norma que prohíbe que empleados federales usen su poder con fines electorales de un candidato presidencial.

Anoche continuó el show con diversos políticos republicanos y gente común elogiando al líder por su defensa de la libertad contra la izquierda radical demócrata que desea destruir a Estados Unidos.

Con ello, de nuevo se abordaron los disturbios en ciudades demócratas por el tema racial, y se contrapuso el lema de Blue Lives Matter, en referencia a la defensa de las policías, al del movimiento de protesta Black Lives Matter.

Esto, mientras en Kenosha, Wisconsin, donde milicias blancas invitaron a una contraprotesta el martes ante manifestantes que repudiaban otro caso de policías disparando contra un afroestadunidense desarmado, Jacob Blake Jr, el domingo pasado (quien ahora se encuentra herido de gravedad), un joven blanco –que se identifica como miembro de una milicia en sus cuentas de redes sociales y un fanático de Trump– llegó con un rifle semiautomático y abrió fuego matando a dos e hiriendo a uno. Ayer fue arrestado por homicidio.

Las agrupaciones de supremacistas blancos se han presentado armados en varios actos en el país durante los últimos meses, y han sido elogiados por Trump. En la convención, la pareja que salió armada para defender su casa contra una inexistente amenaza de una marcha pacífica de Black Lives Matter –posteriormente fueron acusados por fiscales en St Louis por amenazar a personas con armas– estuvieron entre los oradores el primer día de esta convención.

El presidente y su equipo ya están usando las protestas, como hicieron con las de Portland y otras ciudades, como parte de su propaganda electoral, y ayer anunció el envío de fuerzas de seguridad federales para restaurar la ley y el orden, uno de sus temas de campaña.

Mucha de la retórica oficial en los tres días de la convención proyecta la idea de una amenaza existencial al país por parte de la izquierda radical, anarquistas y socialistas, y se reitera la sugerencia de que hay que prepararse, incluso con armas, para enfrentar no sólo a las hordas de izquierda en las calles, sino cambién a los “extranjeros ilegales” que desean invadir al país, varios observadores temen que incidentes como el del joven armado en Wisconsin esta semana podrían multiplicarse cada vez más en esta coyuntura electoral, nutrida por la retórica de Trump y sus huestes, que ya han cuestionado desde ahora la legitimidad de esta elección.

La lista de oradores de anoche, cuyo lema fue Tierra de héroes, incluyó a más familiares: la nuera del presidente, casada con su hijo Eric, Lara Trump, su vocera Kayleigh McEnany y su consejera Kellyanne Conway, quien acaba de anunciar que se retirará para atender asuntos de su familia (más que nada a una hija adolescente que se ha vuelto famosa denunciando al presidente, y un esposo que ha sido líder de una agrupación republicana anti-Trump y que ha sido abiertamente odiado por el mandatario); Conway estuvo entre las artistas de la falsedad, distorsionó y engañó dentro de este gobierno famoso por ser uno de los más mentirosos de la historia del país, inventora de la famosa frase de hechos alternativos para responder a acusaciones de mentiras del presidente.

El desfile de oradores incluyó a legisladores federales (aunque sólo uno de todos los senadores que enfrentan relecciones competitivas), gobernadores, el presidente de la Asociación Nacional de Organizaciones de Policías, víctimas de crímenes, veteranos de guerra, un activista chino que escapó a Estados Unidos, un activista de derechos civiles que afirmó que a Trump en verdad le importan las vidas negras y hasta una monja que se jubiló del ejército con el rango de coronel.

Los líderes legislativos demócratas criticaron ayer a Trump y su convención por tratar de ofrecer una realidad alternativa sobre su manejo de la pandemia que ha matado a más de 175 mil estadunidenses. Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, comentó a algunos medios que con el presidente se trata de caos, con nosotros de ciencia. El líder de la bancada demócrata en el Senado, Charles Schumer, afirmó que Trump se volvió famoso con su reality show en televisión, pero ahora la campaña Trump está produciendo televisión surrealista.

Este show, más que una convención de un partido, culminará con el jefe hablando desde su Casa Blanca este jueves.

Con ello, faltarán poco más de dos meses para ver quién salva a Estados Unidos de sí mismo en las elecciones nacionales del 3 de noviembre.