Opinión
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Negocios y empresas

Concentración de la riqueza

N

unca en la historia del capitalismo hubo una concentración de riqueza en tan pocas manos como en la actualidad. Cuatro empresas gigantes: Microsoft, Amazon, Alphabet (dueña de Google) y Facebook valen alrededor de 6 billones de dólares, cinco veces más que el PIB anual de México. La revolución tecnológica ha multiplicado con rapidez la creación de la riqueza, pero también ha propiciado que un pequeño grupo domine el mundo a través del conocimiento. 

Gracias a los grandes descubrimientos, la vida del ser humano se ha transformado. Ahora estamos comunicados a nivel global para intercambiar cualquier producto, investigar, aprender y hablar con familiares y amigos que viven en otros continentes. La distancia ya no se mide en kilómetros, sino en tiempo, y nos conectamos con cualquier persona o empresa ubicadas a miles de kilómetros en cuestión de segundos.  

Sin embargo, la concentración de la riqueza en las empresas tecnológicas representa grandes riesgos. Por medio de la información que intercambiamos a través de la red, dejamos una huella que permanece y crece a diario, y a través de esta marca indeleble las empresas saben cómo piensa y actúa cada grupo de la población, cuánto gasta, en qué lo hace y esa información la puede usar en forma directa o compartirla con autoridades o grupos delictivos; es el equivalente al gran hermano que todo lo sabe y lo usa a su favor. 

Un tema que genera peligro para la soberanía en esta nueva realidad es que como la comunicación y los intercambios se realizan a nivel global, los países pierden el control de decisiones económicas y políticas a escala nacional. Los dueños de los grandes conglomerados que concentran la información son más poderosos que los gobiernos locales, por lo que influyen de manera directa en las políticas públicas, en las elecciones y en la vida cotidiana de cada nación. 

Vivimos una nueva realidad global en la que un grupo privilegiado con mucho dinero es el dueño de la información que genera la población y los gobiernos locales no cuentan con las herramientas necesarias para evitar el uso ilegal de ese conocimiento acumulado.  

El avance tecnológico y la innovación no se frenarán y cada vez se concentrarán más, lo cual representa grandes riesgos para los gobiernos locales y para la política mundial.