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Ante la fuente de Trevi, los turistas prefieren las selfis a la protección

El uso de cubrebocas es obligatorio en Italia a partir de las 18 horas, pero en pos de la mejor instantánea, los paseantes violan la medida

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▲ El monumento, que se hizo famoso por la película La dolce vita, es uno de los principales atractivos turísticos de Roma.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Jueves 20 de agosto de 2020, p. 5

Roma. ¡Sáquensela, sáquensela! Inmediatamente después de que un agente se gira, un hombre pide a sus hijos que se quiten el cubrebocas. En la fuente de Trevi, la prioridad de los turistas no es protegerse del coronavirus, sino hacerse una buena foto de familia.

Delante de esta imponente obra barroca, uno de los lugares más turísticos de Roma, la policía italiana tiene serias dificultades para imponer el uso de la mascarilla a los visitantes que quieren sacarse una instantánea. Desde el lunes, el uso de los tapabocas es obligatorio por la noche en las zonas más concurridas de la capital italiana.

Con esta medida, junto con el cierre de discotecas, las autoridades esperan frenar una nueva ola de contagios del Covid-19 en un momento en que los rebrotes se multiplican en varios países de Europa.

¿La ves? Me la imaginaba más pequeña, comenta a sus colegas un adolescente vestido con la camiseta de un equipo de futbol delante del monumental complejo escultórico de travertino y mármol de Carrara.

Unos pocos policías municipales les recuerdan: Chicos, ¡deben ponerse las mascarillas después de las 18 horas!

El atardecer es uno de los momentos de mayor presencia de visitantes en el centro de la capital italiana, con sus callejones llenos de turistas con pantalones cortos y gafas de sol que degustan un gelato (helado). Voy a pedir un deseo, lanzaré una moneda (en la fuente), asegura una chica española con una camiseta rosa, al lado de su madre.

Mamacitaaaa

Un mendigo gitano con los pies deformados por la poliomielitis pide limosna y los carteristas pululan en medio de la multitud, mientras los viajeros preparan su teléfono móvil para inmortalizar su visita al monumento que hizo mundialmente famoso la película La dolce vita, de Federico Fellini.

¡Mamacitaaaa!, grita una familia latinoamericana mientras posa para fotografiarse. Italianos, ingleses, franceses, incluso algunos pocos indios o chinos, se suceden ante sus teléfonos o cámaras.

La estatua de Neptuno, dios del océano, concentra la mirada de los curiosos en el centro de un monumento que hizo construir el papa Clemente XII en 1732, en homenaje al océano y la belleza del agua.

Pero tres siglos más tarde, sus visitantes están sobre todo pendientes de hacerse una selfi y compartirla en sus cuentas de Instagram, Snapchat o TikTok, y por ello se oponen a que un cubrebocas estropee su fotografía.

Señoras y señores, pónganse la mascarilla, reiteran los policías, encargados de insistir constantemente, con signos si hace falta para los extranjeros, sobre la necesidad de respetar las medidas adoptadas para frenar la pandemia.

Repiten el mismo mensaje desde el altavoz de un vehículo de las fuerzas de seguridad, aunque la mayoría de los turistas hacen caso omiso y se quitan la mascarilla para fotografiarse cuando los agentes dejan de vigilar.

Venga, sáquense las mascarillas, repite un padre, aunque su hijo estaba despistado y tuvieron que repetir la instantánea.

Recibí una advertencia de un policía, bromea un joven francés, mientras otra visitante española reconoce lo que piensan la mayoría de turistas ante la fuente de Trevi: Es mucho mejor fotografiarse sin cubrebocas.