La Jornada del campo
La Jornada del campo
Número 155 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
 
Epifanio fue fundador y dirigente ejemplar de la Tosepan.Epifanio fue fundador y dirigente ejemplar de la Tosepan.
Siempre animoso y dispuesto a participar en todo.Siempre animoso y dispuesto a participar en todo.

ADIÓS EPIFANIO GARCÍA DE LA UNIÓN DE COOPERATIVAS TOSEPAN TITATANISKE Nochipa Tietos Itech Toyolo
(Siempre estarás en nuestro corazón)

Rosario Cobo y Lorena Paz Paredes

Hace más de 20 años llegamos a las puertas de la Tosepan, en el centro de Cuetzalan, Puebla. Nos recibieron mujeres y hombres nahuas de la organización. Entre ellos Epifanio García López, miembro del Consejo Directivo. Epifanio nos saludó con la amplia y cristalina sonrisa que lo caracterizaba. Vestía impecables camisa almidonada y calzón blanco, huaraches, sombrero de paja ranchero y, al hombro, un morral y un machete. Su bien cuidado bigote acentuaba su gallardía.

Epifanio fue fundador y dirigente ejemplar de la Tosepan, experto productor de café, pimienta y frutales, conocedor de los mercados, defensor de los valores del cooperativismo y de la dignidad de sus hermanos nahuas y tutunakus. Fue también un amigo generoso, un iniciador de jóvenes cooperativistas y, en los últimos años, maestro en las artes agrícolas de las niñas y niños de la escuela de la Cooperativa.

Este hombre excepcional falleció el 17 de julio del 2020 a la edad de 65 años, dejando una valiosa historia, pero también desasosiego y una ausencia dolorosa que cuesta aceptar.

Vida y familia. Epifanio nació en la comunidad de Santiago Yacuictlalpan, de niño vivió en otras localidades y regresó a su pueblo natal donde se casó con María Juana Vázquez Torohuito, con quien procreó diez hijos.

Cuenta Minerva, una de sus hijas, cooperativista desde 1999:

“Epifanio fue un padre amoroso, nos abrió camino y nos ayudó a resolver dificultades. Siempre habló en náhuatl para que aprendiéramos y valoráramos quienes somos. Era distinto a la mayoría, nos demostraba su afecto, nos felicitaba si hacíamos algo bien y nos aconsejaba si no. También fue un abuelo querendón con sus 13 nietos. Recuerdo que algunas tardes nos hablaba de su vida, del campo, de la Cooperativa…A veces nos enseñaba a podar, desyerbar, cosechar la pimienta, el café. No muy seguido, porque su trabajo en la Tosepan era absorbente. Mi hermano Benjamín empezó a ir con él a las reuniones cuando tenía 13 años y terminó de secretario siendo apenas un chamaco. De chico mi padre llegó solo al segundo grado de primaria, pero ya en la Tosepan cursó hasta la secundaria y animó a mi mama a ser socia y a estudiar.

“A mi padre le agradecemos que él y mi mamá nos dieron escuela. “No se olviden, decía, tener escuela es para ayudar, no para abusar”. Y nos dio ejemplo de vida, ayudando a la gente sin pedir nada a cambio, enalteciendo a la Cooperativa a la que quiso como a su familia grande. Para honrar la memoria de los cooperativistas que como mi padre ya no están, quisiera que, en la Tosepan, cuidáramos a los mayores, a quienes por amor dejaron su vida en la esta organización y ya no pueden trabajar. “

Una vida, un sueño. Epifanio, junto con Don Luis Márquez, Miguel Osorio (primer presidente de la Cooperativa) y Emiliano Salazar fueron pioneros de la organización desde los tiempos de la Unión de Sociedades de Producción Rural “Maseual Sentekitini” (Indígenas Trabajando Juntos) origen del colectivo que en 1980 se registró como Cooperativa Tosepan Titataniske.

A los 23 años Epifanio se sumó a las movilizaciones de la organización y siguió muy activo en la Cooperativa hasta el final de sus días. Dos veces ocupó cargos en la Mesa Directiva, como secretario y tesorero. Se unió al grupo de promotores de café orgánico, donde durante años compartió sus conocimientos de los cafetales trasformados en kuoujtakiloyan (jardines de café), de los que hablaba con orgullo. Fue directivo de la Tosepan Ojtat Sentikitinij (Juntos Trabajamos el Bambú) y responsable de la huerta madre de café de la Tosepan, donde enseñaba a los niños de la escuela Kalnemachtiloyan.

En innumerables asambleas, reuniones, mesas de debate de la organización, Epifanio fue elegido como traductor del náhuatl al español, porque hablaba un idioma puro… no champurreado. “Muchos lo hablan metiendo palabras en español, pero él se esmeraba por conservar la limpia lengua, como los antiguos, y comunicarla así, sobre todo a niños y jóvenes.

Epifanio y su hija Minerva.Epifanio y su hija Minerva.

Recuerdan los de Tosepan a un Epifanio siempre animoso y dispuesto a participar en todo y con todos; la gente de aquí lo quería, lo reconocía y lo escuchaba con respeto, pues tenía enraizado el espíritu cooperativista… y decía que estos principios no deben olvidarse nunca. De modo que contaba la historia de la organización sin adornarla, para que las y los jóvenes cooperativistas no creyeran que todo fue miel sobre hojuelas.

Su lealtad a la Tosepan, no le impidió ser crítico. Siempre buscó que las cosas y proyectos se hicieran de acuerdo a los principios cooperativos, que no se desviaran. “No dejaba pasar ni una” –dicen sonríendo quienes hoy lo evocan.

Nosotras lo recordamos, la última vez, rastreando al tejón que devora las raíces de los cafetos trabajando en la Huerta Madre de la Tosepan, con su sonrisa clara y su siempre impecable vestimenta. Y hacemos nuestras las palabras de Álvaro –asesor y compañero de Epifanio–: “Él era la conciencia de la organización. Su muerte deja un vacío, un lugar irremplazable, como persona y como cooperativista. Su ausencia es de las que duelen hoy y dolerán siempre”. •