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México SA

Calderón y narcoestado // Borolas, hasta el cuello

N

utridas y continuas fueron las muestras de reconocimiento que, como inquilino de Los Pinos, Felipe Calderón dedicó al profesionalismo y entrega de su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, y a la ruta correcta que seguía en la guerra en contra del crimen organizado. Y el michoacano se deshacía en piropos cada que se refería –y lo hacía seguido– al ingeniero mecánico que hoy está preso en Estados Unidos, acusado, entre otras cosas, de proteger al cártel de Sinaloa.

De hecho, en alguna ocasión Calderón subrayó que García Luna ha sido clave en la transformación profunda de la Policía Federal, ahora dedicada, decía, a servir y proteger a la comunidad. El ex inquilino de Los Pinos nunca perdió oportunidad para mantenerlo impune y protegerlo de críticas y acusaciones, porque no estaría en el cargo de haber sospechas en su contra. Pero no se trataba de sospechas, sino de delitos documentados, tanto que hoy está preso en Estados Unidos.

Ante las reiteradas denuncias en contra de García Luna, en noviembre de 2008 el michoacano declaró que “hay un sesgo, a mi manera de ver, un error de apreciación en este enfoque, no se trata de investigaciones alrededor de él o de cualquier otro funcionario, se trata de un compromiso de limpieza en torno al gobierno federal… que nos está permitiendo desmontar redes de corrupción sobre las cuales pudo operar durante muchos años, por desgracia, la delincuencia organizada”. Y el encargado de esa limpieza era el propio titular de la SSP.

Y de pilón, el comandante Borolas se aventó al ruedo: Lamentablemente en México, durante décadas, la corrupción, la impunidad, la negligencia, el abandono institucional o la propia formación como sociedad generaron policías cada vez más alejadas de ese modelo. Pero no había de qué preocuparse: su protegido García Luna estaba para corregir todo eso (Calderón dixit). Ahora, otros dos de la pandilla están en la mira: Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño García, y contando, están acusados de lo mismo que su jefe inmediato (nexos con el cártel de Sinaloa).

Ocho años después de concluir su paso por la residencia oficial y ya con García Luna enchiquerado, Calderón, según dice, no se acuerda de nada, ni sabe nada de ese delincuente, pero se indigna y llora como Magdalena cada que le pisan los callos, es decir, cada que le recuerdan –y es seguido– que no sólo sabía qué pasaba y de qué se trataba, sino que tiene el agua hasta el cuello, pues depende de qué tanto lo involucre el otrora poderoso cuan consentido titular de la SSP.

Ante tal panorama no es gratuito lo que en la mañanera de ayer expuso el presidente López Obrador: “imagínense en qué situación estaba el país. Llegó a hablarse de un narcoestado y yo en ese entonces pensaba que no era correcto clasificar de esa manera; pero luego, con todo esto que está saliendo a relucir, pues sí se puede hablar de un narcoestado, porque estaba tomado el gobierno; quienes tenían a su cargo combatir la delincuencia estaban al servicio de la delincuencia, mandaba la delincuencia, era la que decidía a quién perseguir y a quién proteger. Entonces, sí, esto tiene que atenderse para que no se repita jamás. Tiene que haber una línea divisoria entre autoridad y delincuencia, que no haya contubernio, porque estamos desprotegidos todos. Es un asunto que debe seguirse tratando sin miramientos, sin protección a nadie, sin impunidad”.

En el caso del combate a la delincuencia, dijo el mandatario, ¿qué podemos esperar si hay contubernio entre delincuencia y autoridades? No hay ninguna posibilidad de garantizar la paz mientras no se acabe con la impunidad.Fue el colmo que el Secretario de Seguridad Pública del gobierno (de Calderón) se haya involucrado y transado con uno de los grupos delictivos. Entonces, ¿qué tanto son responsables los ex presidentes? Pues eso va a salir de las investigaciones.

Las rebanadas del pastel

Sólo para el registro, ayer México SA amaneció con un sumario (El gobernador Sinhue y El Marro) que a saber de dónde salió o qué duende coló, pero no del texto original.