Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de agosto de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La 4T, un nudo
E

l gobierno de la 4T surgió de una gran crisis. Vio la luz en medio de la progresiva disgregación de la coalición política del neoliberalismo en todos los países del planeta. Formas diversas de recomposición del mundo están en movimiento y, como es de esperarse en las sociedades capitalistas, todo ocurre inmerso en las luchas y contradicciones originadas en la existencia de los capitales y los intereses privados.

Incipientes alianzas sociales y políticas buscan superar el tramo histórico dominado por el neoliberalismo. Pero no hay ni puede haber fórmulas universales para procesar el cambio; en cada Estado-nación las sociedades están acotadas por su propia historia y por el marco también cambiante de las relaciones geopolíticas.

En México la corriente social del lo­pezobradorismo tumbó en las elecciones de 2018 a la coalición neoliberal PRI-PAN-PRD, que medraba en el poder haciendo de la corrupción desenfrenada su forma de gobierno. No obstante, esa corriente social está dispersa y su cohesión política es frágil; apenas es reconocible por su identificación simbólica con Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Esa realidad es, al mismo tiempo, la mayor debilidad de Morena.

La conformación del lopezobradorismo, el colapso de la coalición política neoliberal y la debilidad de Morena, concentraron el poder de decisión en el Presidente.

AMLO creó la alianza electoral que reunió a grupos y personajes antinómicos. Algunos contrarios al monstruo neoliberal, otros, trapecistas neoliberales, se colgaron de la nueva fuerza política por decisión de AMLO. Se conformó así un gobierno (imagen especular de la realidad mexicana), contradictorio por necesidad. Temprano, algunos escribimos: el gobierno se verá obligado, como pocos, a cabalgar contradicciones.

La 4T comenzó por hacerse contundente realidad con el nocaut a la coalición política neoliberal. Continuó dando curso a un gobierno que opera de modos distintos a sus predecesores: combatiendo la corrupción; buscando recuperar para el Estado los espacios capturados por el crimen organizado; favoreciendo en primer lugar a 70 por ciento de la población, la más pobre; exigiendo a todos los contribuyentes pagar impuestos conforme a la ley; recuperando para el gobierno funciones repartidas en instituciones autónomas, como un medio más del reparto corrupto de los recursos públicos. El gobierno de la 4T se halla en un rumbo diferente a sus antecesores; lo muestra esta breve enumeración.

Pero AMLO también cedió espacios a actores y beneficiarios del neoliberalismo, como Alfonso Romo (Presidencia) o Víctor Villalobos (Agricultura), hombres de bussines como cualquier capitalista, a los cuales les importa un bledo el bienestar de los excluidos de la historia. Arturo Herrera tejió con los mismos privados del pasado, una reforma a las pensiones que fue el prototípico patear el bote: después de mí el diluvio. Esteban Moctezuma ha implementado una vuelta a la educación de los niños más parecido a un programa para allegar ingresos a las televisoras; quien quiera que haya estado frente a un grupo de alumnos y sepa del desastre de la telesecundaria creada por el locutor Álvaro Gálvez y Fuentes puede entenderlo; la teleducación no será educación, habrá aprendizajes misérrimos; sí, es evidente: era necesario un programa extraordinario para los días del confinamiento, pero lo decidido es gato por liebre. Adherir etiquetas como hexágonos, púdicos y recatados, en el veneno embotellado y la comida chatarra, es medio paso, no un paso algo más firme como el dado por el Congreso de Oaxaca. Proteger derechos a las ganancias monetarias de los empresarios del veneno y la chatarra es negar el derecho de todos a una alimentación genuina y suficiente, especialmente para los pobres.

El sentido de justicia social del Presidente está una y otra vez presente, pero no siempre es suficiente porque él no sabe ni tiene por qué saber todo de todos los asuntos sociales, muchos de ellos de gran complejidad. Es preciso oír a los actores, a los beneficiarios potenciales, a quienes conocen en profundidad los temas vinculados a la justicia social efectiva.

El Presidente, asimismo, ha señalado algunas veces su propósito de construir un Estado de bienestar; no han sido se­ñalados objetivos específicos para ese proyecto. Igual ocurre con el gran propósito, multianunciado, de procesar un cambio de régimen. La epidemia no debería dejar de lado esos proyectos.

Las instituciones del Estado son también un ámbito de lucha política; lo muestran las vertientes antagónicas de la 4T referidas. El espacio privilegiado para avanzar hoy en la justicia social es el gobierno de la 4T. Pero las alarmas suenan: Morena continúa en la depresión. Que todo termine con el sexenio de AMLO, es el gran riesgo.

El nudo en que se halla la 4T puede aflojarlo el Presidente, aunque no puede eliminarlo, porque está en la índole contradictoria del gobierno. El nudo afecta a los de abajo, no al 30 por ciento de los de arriba.