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Los tiempos de Griffith y los míos son diferentes: Cruz

Revelar mi homosexualidad podía ayudar a otros en un deporte machista como el boxeo
 
Periódico La Jornada
Martes 30 de junio de 2020, p. a12

En el ocaso de la vida que le tocó, el ex boxeador Emile Griffith se liberó de una de las cargas que llevaba a cuestas y decidió salir del clóset. Ser un negro homosexual en la época de su juventud y en el deporte que sublima el machismo no le dejó opciones. El otro fardo que llevaba en la espalda era el de un muerto: Benny Kid Paret, quien falleció por la escalofriante golpiza que le dio en un ring una noche de 1962 en Nueva York. Revelar su vida privada al parecer tuvo un costo más alto. Cuando maté a un hombre me acompañaron; cuando dije que amo a un hombre, me dejaron solo, dijo como legado de la intolerancia que padeció.

Décadas después, Orlando Cruz declaró orgulloso que era un aspirante a campeón del mundo y además abiertamente gay. Fue el primero en decirlo, y sin vergüenza ni miedo.

Fueron tiempos tan distintos los de Griffith y los míos, cuenta el peleador retirado hace un par de años; no sólo porque él tenía que ocultar que era gay, sino porque además era negro.

La lucha del puertorriqueño fue en primera instancia íntima, personal. Admitir que era gay y además que podía estar orgulloso, que no había nada de qué avergonzarse. Antes de reconocerlo, incluso trató de ser aceptado como heterosexual.

Cuando me acepté y empecé a entenderme, apoyado por mi madre y cómplice, fue una liberación, recuerda Orlando; no sólo quería gritar que estaba orgulloso de lo que era, también sabía que al hacerlo público en el boxeo, que es quizás el deporte más machista que existe, podía servir para que otras personas se reconocieran y salieran de esa cárcel de miedos y prejuicios que hace tanto daño.

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▲ El boricua peleó por el título mundial de peso pluma de la OMB en 2013.Foto Jam Media

Antes del fatal combate, Paret insultó a Griffith y lo llamó maricón. Las burlas lo hirieron de manera indeleble. Fue tanta la rabia y la humillación que lo golpeó con coraje incontrolable. Orlando, seis décadas más tarde, enfrenta la homofobia con otros recursos; imparte charlas sobre respeto a la diversidad y cuenta su experiencia en el boxeo.

La homofobia, la transfobia, todos los discursos de odio permanecen, dice desde Miami, donde reside; la sociedad ha cambiado y ahora está mal visto ser intolerante. Pero en el fondo, en lo privado, sigue existiendo ese rechazo a la diversidad humana. Sólo queda la información, la educación para que se entienda que lo normal en los seres humanos es la variedad.

Cuando echa un vistazo a su carrera se emociona. No sólo por sus logros deportivos; también porque fue el primero en hablar con orgullo sobre la diversidad en el boxeo. Fue muy bonita, porque ayudé a que otros se aceptaran sin vergüenza, que descubrieran que todos tenemos derecho a sentirnos libres y felices.