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Despertar en la IV República

Medio siglo después: el verdadero 10 de junio

A

caban de cumplirse 49 años del Jueves de Corpus. Una de las claves para que funcionara el sistema político era que en el cambio de un régimen a otro se avivaba la esperanza. Después del oscuro final del régimen de Díaz Ordaz se hacía indispensable generar en la población, sobre todo en los grupos jóvenes, una expectativa de cambio; Echeverría la impulsó y la llamó la apertura democrática, que avivó nuestras ilusiones y terminó siendo un fraude.

A principios de 1971 Echeverría demostró sus dotes en una maniobra tan perversa como magistral. Ordenó que un grupo represivo, denominado Los Halcones, atacara una manifestación pacífica al poniente de la Ciudad de México. Esta guardia blanca fue entrenada en el uso de chacos, en la práctica de artes marciales y en el manejo de las armas de ­fuego (la película Roma da testimonio del entrenamiento y de la acción de los Halcones). Atacaron a los manifestantes, mataron a varios e hirieron a muchos. Nunca se hizo una investigación ni se castigó a nadie.

Todos nos creímos que el grupo agresor había sido organizado por gente de Díaz Ordaz para frenar el reformismo de Echeverría. El presidente insinuó que la responsabilidad recaía en las autoridades de la Ciudad de México. Alfonso Martínez Domínguez, regente, hombre de confianza de Díaz Ordaz, fue obligado a renunciar. No se defendió y un sexenio después lo premiaron con la gubernatura de Nuevo León.

Echeverría acusó a los emisarios del pasado del ataque criminal y fortaleció la opinión de que los responsables eran del grupo de Díaz Ordaz. Lo que es escalofriante es cómo muchos de nosotros creímos que se estaba haciendo justicia. Incluso, un intelectual de la talla de Octavio Paz aplaudió las medidas de Echeverría.

Echeverría convenció no sólo a los intelectuales de sus intenciones aperturistas, sino que logró congraciarse con los líderes del ’68 a los que excarceló, se creó él mismo una aureola liberal. A raíz de la matanza del 10 de junio, el nuevo jefe de la policía prohibió con una simple declaración de prensa las manifestaciones en la Ciudad de México. Nadie protestó.

Colaboró: Mario Antonio Domínguez.