Opinión
Ver día anteriorJueves 4 de junio de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad perdida

Programas sociales: ¿en manos de quién?

P

ara nadie es un secreto que en el mar de programas sociales del gobierno las aguas se han enturbiado con los lodos de cuando menos las malas prácticas que deja pasar o solapa el coordinador general de esas estrategias, Gabriel García, por lo que ahora más que nunca –apremian las necesidades– se hace urgente una revisión profunda de todo el proyecto, hoy que aún no cae en el total descrédito.

Gente del grupo de los intocables del gobierno, García no da un paso fuera de las aguas de la impunidad, y aunque hasta ha sido acusado de malos manejos del padrón de Morena para favorecer a Bertha Luján, que pretendía la presidencia del partido, nada le sucede.

La Secretaría de Bienestar recibió, según consta en el informe de la CNDH del año pasado, cuando menos un par de recomendaciones que rechazó la dependencia, y como el Senado es el que debe intervenir en esos casos –cuando se rechaza una recomendación–, todo quedó en el olvido.

Un factor importante para hacer el análisis de por qué no pasó nada con las recomendaciones, que ya reposan en la congeladora, podría ser que el propio Gabriel García es senador con licencia, y más: forma parte del equipo del zacatecano Ricardo Monreal, el Chucho de Morena.

También, como lo explicamos en la entrega anterior, hay en la Función Pública una serie de denuncias que tampoco parecen avanzar, pero que, según se ha dicho, van en contra de García Hernández.

Estos son algunos de los datos de lo que trasciende en las alturas del poder, pero abajo, en la calle, los resultados de las malas prácticas, que no necesariamente ilícitos, humillan y lastiman a muchos mexicanos que por su necesidad acuden a recoger el producto de los programas sociales diseñados para darles una ayuda aparentemente gratuita, pero que los necesitados pagan con horas y horas de espera en filas interminables que se forman afuera de las presidencias municipales.

Hay municipios, como San José del Rincón, en el estado de México, gobernado por el PRI, donde en cada agencia municipal se obliga a la gente– principalmente amas de casa– a asistir a la agencia o a la misma presidencia para recibir en efectivo los recursos que les corresponden y que algunas veces no llegan completos, asegura gente de San Juan Palo Seco, en la misma entidad.

En ese lugar, y en otros de los estados colindantes con la CDMX, para no ir muy lejos, el PRI y el PES –que aún mantiene algunas posiciones–, principalmente, manejan los recursos a nombre de sus partidos en una práctica a todas luces inaceptable, pero a fin de cuentas aparentemente solapada.

En ese caso todo parecería hablar de un acuerdo sin papel para que en los municipios donde gobierna Morena suceda la misma práctica y nadie se sienta ofendido. Cada quien con lo suyo y el proyecto más importante de la Presidencia, a la basura.

Por eso, entre otra muchas cosas es necesario revisar a fondo qué pasa con los programas sociales. Insistimos: aún es tiempo de realizar los cambios donde la gente o la estrategia ha fallado. Más nos vale.

De pasadita

La plática pretendía buscar formas para frenar la continua contaminación del aire en el planeta. Después de sesudas y largas deliberaciones, las mentes más brillantes llegaron a su mejor conclusión: hagan carriles para ciclistas en las calles y avenidas de las grandes ciudades.

Claro, para eso habría que crear una industria de bicis con un nuevo look. Modernas, aerodinámicas, bonitas pues, y junto con ellas los cascos, los guantes, los zapatos especiales, los lentes, las camisetas y los pants adecuados, pero también el segundo y más atemorizador elemento para convencer de su uso a esa clase media ávida de nuevos retos y aventuras: la gordura como enfermedad maldita. No la lucha por un aire limpio, sino el gustazo de verse bien, de sentirse way.

Claro que a nadie se le ocurrió frenar la fabricación de autos de bajo precio, y menos aún exigir a las tiendas de cercanía que dejaran de vender porquerías que inflan al ser humano, y entonces brotaron las ciclovías y los autos se apiñaron y contaminaron más en cada esquina. La solución está dada. Vamos a ver qué hacen con los autos eléctricos que también promueven.