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La dignidad del Quijote en la SCJN
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on Quijote es el poeta prometeico que se escapa de la crónica y entra en la historia hecho símbolo y carne vestido de payaso y gritando por todos los caminos: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!

Los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), por unanimidad, echaron abajo la llamada ley Bonilla, que alargaba el periodo gubernamental de Baja California de dos a cinco años por ser un gran fraude. De manera inusual, el presidente de la SCJN, Arturo Zaldívar, hizo uso de la palabra a mitad de la discusión, y no al final, como acostumbra a hacerlo.

Comenzó afirmando que la ley Bonilla contiene suficientes violaciones a la legalidad que, vistas en su conjunto, configuran un gran fraude a la Constitución y al sistema democrático que ésta instituye. La ley Bonilla, según el magistrado presidente, alteraba los resultados de un proceso electoral concluido, violando el voto público y la soberanía popular. La ministra Yasmín Esquivel, a su vez, afirmó que el intento de prolongar el mandato de Bonilla era un fraude a la ley, una manera de violentar la voluntad popular.

En el editorial de este periódico se afirma que el fallo comentado no sólo restaura los principios democráticos básicos y la normalidad jurídica en la entidad, sino que representa un alivio para todos los sectores políticos del país, al establecer reglas institucionales que no deben ser vulneradas, como alterar los términos de un mandato después de haber sido otorgado.

Mal de archivo eterno retorno de lo igual. Compulsión a la repetición. Dolor y desgarramiento. En estos difíciles momentos de pandemia, la larga lista de injusticias del país crece de manera galopante. La pobreza y aun la miseria no excluyen la dignidad, lo mismo ayer que hoy en la casta. Esa casta que heredamos y requerimos para enfrentar nuestro idealismo mágico al pragmatismo propiciador del hambre de los marginales unida como consecuencia a la violencia extrema.

¿Dónde está nuestra dignidad? Porque este detalle tiene seguramente milenios de formación secreta. El decreto de la SCJN se apoya en un don Quijote que se siente atraído y hasta cautivado por lo que dice y no dice; lo que sugiere, entresaca, hurga e ironiza traduciendo caracteres y perfiles que, para nosotros mismos, sus fraternos de otras ciudades y latitudes patrias, se nos aparecen como distintos, indescifrables. Sí, distintos incluso como símbolo, cultura y entidad social. Con unas tradiciones, gustos, cocina y preferencias que no sabemos interpretar; fiestas que no entendemos, pero sorprenden al margen de las condiciones sociopolíticas.