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Alegrar al pueblo y no asustarlo, bases del plan de los mexicas para enfrentar epidemias

A cualquier nahua le hubiera parecido una barbaridad enfocarse en la economía, dice David Bowles, escritor y experto en culturas de Mesoamérica, en entrevista

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▲ En el Códice Florentino se lee una advertencia de los dioses a los reyes: No apresure sus palabras, no interrumpa ni confunda. En vez de eso, que las personas encuentren, entiendan y lleguen a la verdad.Foto tomadas de Internet
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de mayo de 2020, p. 3

Los mexicas conocían las epidemias y tenían un plan de emergencia para enfrentarlas. El gobernante recibía mandatos como: No sea tonto. No cause tristeza. No hiera a nadie. No muestre ira ni asuste a la gente, refiere David Bowles, escritor y especialista en culturas de Mesoamérica.

Cuando Hernán Cortés y sus soldados trajeron la viruela, el imperio azteca, que tenía normas para lidiar con esos problemas, no estaba preparado para el nuevo virus, dice a La Jornada el profesor de la Universidad de Texas en el Valle de Río Grande, quien tradujo un texto en náhuatl de Historia general de las cosas de Nueva España, de fray Bernardino de Sahagún.

No sabemos a ciencia cierta qué hicieron, sólo a grandes rasgos, pero debieron implementar su plan de emergencia, como llamar a las curanderas y otras cosas, pero no les bastaron estos métodos. Igual que nosotros, que aun con todas las normas del mundo, entra este nuevo coronavirus que nadie ha visto antes, y se van por la ventana.

La versión del documento conocido como Códice Florentino, fue publicada este miércoles en el diario estadunidense Saturday Evening Post. Ahí relata una advertencia ordenada por los dioses a los nuevos reyes en caso de contagio: la enfermedad llegará durante su tiempo y el mandato: “No sea tonto. No apresure sus palabras, no interrumpa ni confunda.

“En vez de eso, que las personas encuentren, entiendan y lleguen a la verdad. No haga llorar a nadie. No cause tristeza. No hiera a nadie. No muestre ira ni asuste. No cree un escándalo o hable con vanidad. No ridiculice. Porque las palabras vanas y la burla ya no son su oficio. Nunca, por su propia voluntad, haga menos, disminuya.

Retira tus dientes y tus garras. Alegra a tu pueblo. Únete a ellos, complácelos. Haz feliz a tu nación. Ayuden a cada uno a encontrar su lugar apropiado. Así serás estimado, renombrado.

Para el poeta, esto nos dice mucho de los líderes de hoy día en México y Estados Unidos, quienes deberían leer estas exhortaciones de los mexicas hacia sus gobernantes, porque enfocarse demasiado en la economía le hubiera parecido a cualquier nahua una barbaridad.

David Bowles es autor de Serpiente emplumada, corazón del cielo: mitos de México, poemarios y novelas, así como traductor de Flower, Song, Dance: Aztec and Mayan Poetry (Flor, canto, danza: poesía azteca y maya), y de otras versiones de libros de mitología del México prehispánico.

Menciona que cuando los españoles fueron obligados a huir, el primero de julio de 1520, por el asesinato de Moctezuma y otros nahuas que habían estado celebrando uno de sus ritos, la viruela ya se estaba expandiendo por México a través de los pueblos nahuas.

Angélica Mandujano Sánchez, Luis Camarillo Solache y Mario A. Mandujano describen en un artículo (Casa del Tiempo, abril de 2003) algunas de las numerosas epidemias en el altiplano mexicano antes del siglo XVI y siempre aparecieron relacionadas con problemas sociales de gran trascendencia.

Una de las más recordadas fue la ocurrida el año 10 conejo (1450), en que varias heladas produjeron hambruna, contaminación de aguas y aparición de enfermedades. En Texcoco, México-Tenochtitlán y Tlacopan, los gobernantes Netzahualcóyotl, Moctezuma Ilhuicamina y Totoquihuatzin dejaron de levantar tributos durante los seis años que duró la tragedia, además repartieron maíz y frijol entre los pobres de sus reinos.

Reconstrucción de la normalidad

David Bowles dice que para 1521, después de tres o cuatro meses, los habitantes de la Tenochtitlán que se recuperaron de la enfermedad o que eran inmunes empezaban a imponer de nuevo la normalidad. Eligieron a Cuauhtémoc como nuevo rey. Empezaron a reconstruir, a quemar los cadáveres. Decían que el humo de estas cremaciones a veces bloqueaba al mismo Sol. Pero habían perdido un buen porcentaje de su población y no estaban en posición de aguantar un asedio de los españoles.

De mayo a agosto combatieron a españoles y tlaxcaltecas. Tuvieron que rendirse porque les cortaron las vías de suministro de agua y comida. Es increíble que hayan aguantado ese tiempo. Te dice algo de lo que habría pasado si no hubieran sufrido la viruela, si su fuerza militar tuviera los números que antes de la epidemia.

La traducción proviene del sexto libro del Códice Florentino, titulado Retórica y filosofía moral, donde había mandatos que los gobernantes tenían que seguir para el bien del pueblo, establecidos bajo la idea de que te estamos encargando nuestras vidas, nuestras almas, a nuestros seres queridos; te damos el poder, tú puedes hacer con nosotros lo que quieras, pero debes protegernos, según Bowles.

“En el Códice Florentino vemos a un pueblo que exhorta a su rey a que siga las normas, las expectativas que tienen cuando vengan epidemias, el cocoliztli (la plaga). Que tiene que haber compasión hacia su gente, hacerla sentir bien. Dirigirla, poner a cada quien en su lugar.”