Política
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Nosotros ya no somos los mismos

Connaisseur de las múltiples vidas de Carlos Monsiváis // Doctor honoris causas perdidas // Ex aequo y la Medalla Belisario Domínguez

N

o hace mucho tiempo, a don Henoc de Santiago, director de ese territorio dedicado a la agitación artística, social, cultural, político/ideológica, conocido como El Estanquillo, se le ocurrió invitarme a platicar sobre un tema en el que, ciertamente, me considero un connaisseur (es decir, que sé hasta para inventar): las múltiples vidas de Carlos Monsiváis. Por supuesto que acepté jubiloso: ahora sí que podría despacharme a mis anchas y hablar sin temor a represalias, al menos inmediatas. (Quién sabe a la madrugada del día siguiente, horario preferido por Monsi para obligarlo a uno a compartir sus insomnios y remordimientos).

Al principio, la tarea me resultaba tan fácil como divertida, pero luego reflexioné: ¿Y si en la reunión están las hermanitas Galindo, la prima Bety o Genarito Villamil y cuestionan la veracidad de mis absolutas verdades? Recordé entonces que el año en que Monsi nos dejó, yo, seguramente para evadirme o menguar al menos esa sensación de vacío, de desconsuelo y orfandad intelectual, ideológica, afectiva, cometí una imprudencia, una acción irreflexiva, un gesto esencialmente reivindicatorio.

En esos tiempos, el Senado de la República emitió su convocatoria anual para seleccionar al mexican@ que, a juicio de la mayoría de los miembros de ese cuerpo colegiado, se hubiera distinguido durante su vida por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad (mayúsculas por cuenta de los convocantes). Todos los ciudadanos podían proponer candidatos y el pleno senatorial diría la última palabra.

Seguramente la muerte de Monsi me tenía tan bocabajeado y contrito que impulsivamente consideré que era el momento para reconocer a uno de los más dignos y respetados universitarios de las últimas generaciones.

Me presenté con un personero del más alto nivel y le expuse mi propuesta: Monsiváis debe ser nominado para recibir la Medalla Belisario Domínguez. Me respondió: aunque nunca fui santo de su devoción y en ocasiones fue rudo en sus expresiones para mi persona, yo siempre admiré su talento y compartí su devoción liberal y juarista. Déjame dar una platicada con los coordinadores de las bancadas y luego te digo cómo veo las cosas. Pero te repito: en lo que pueda te echo la mano. Salí satisfecho de la entrevista. Este cuate tiene fama de rudo y más de colmillo grande, pero también que es derecho y cumplidor.

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Monsi en una imagen de 2009, durante la presentación de su libro Las leyes del querer.Foto José Carlo González

Sin embargo, al día siguiente, muy temprano, me llamó uno de sus asistentes. Su sólo nombre me acalambró, esperaba la peor de las noticias. Por eso tomé el teléfono y dije: la solución es que no, ¿verdad? . Mi interlocutor ni me oyó, nada más me dijo: Licenciado, el jefe quiere hablar con usted, pero tuvo que salir, por eso me encargó que, a la brevedad, le comentara que anoche la Comisión de la Medalla le informó que un grupo de personas registró la candidatura del ingeniero Barrios Sierra. Que él sostiene su compromiso, pero le urge saber qué decisión va a tomar usted al respecto.

Pensé y pensé el asunto y, bajo mi exclusiva responsabilidad, tomé la decisión de no presentar la candidatura de mi amigo entrañable, el Doctor honoris causas perdidas, como él mismo se calificó. Tanto él, como el rector del señorío y la dignidad universitaria, ambos fallecidos, estaban ya por encima de un reconocimiento, por honroso y merecido que fuera. Nada podría alterar ya su huella, su obra, su ejemplo, su legado. Entonces, nadie tenía el derecho a promover la sinrazón de una disputa entre dos militantes de la misma trinchera.

Y lo que son las cosas: la Medalla Belisario Domínguez fue otorgada en ese año ex aequo al ex rector Javier Barros Sierra y a don Luis H. Álvarez, ex presidente de Acción Nacional, y uno de los dirigentes históricos de los que por desgracia han venido desapareciendo en esa organización.

Pero como la locución latina ex aequo no suele ser de amplio conocimiento, quisiera dejar una mínima explicación de ella, pues en esta definición se basa la propuesta que, con todo respeto, esta columneta somete a su consideración. Ex aequo significa que, en cualquier certamen, competencia o concurso, trabajo o desempeño, cuando dos o más participantes obtienen igual calificación o puntaje, el reconocimiento y los beneficios deben ser semejantes.

¿Están de acuerdo en que en las maduras debemos conservar la calidad humana con la que, hoy por nuestra conveniencia, tratamos a quienes debemos la supervivencia? Por favor, esperen la alucinada propuesta de la columneta.

Pd. El 12 de mayo es el natalicio de Florence Nightingale. Por su vida, vocación, compromiso, éste es considerado internacionalmente el Día de la enfermera. Hagamos por ellas todo lo que se merecen.

Twitter: @ortiztejeda