Opinión
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Dos monstruos, dos filmes
E

l pasado jueves 30 se conmemoró en el mundo (en la virtualidad a distancia) el Día Internacional del Jazz, celebración importante y ciertamente necesaria. Ante la imposibilidad de celebrarlo con jazzistas en vivo y música viva, las alternativas son numerosas, aunque nunca tan satisfactorias como the real thing. Mi propuesta: mirar y escuchar con atención (y en paquete) dos documentales que circulan en la red (venturosamente, ambos en el mismo sitio), en los que se explora con muy buenos resultados la vida, la música, los conflictos y el legado de dos de los jazzistas más notables de la historia: el saxofonista John Coltrane y el trompetista Miles Davis. Mi recomendación de verlos en paquete se debe a que son muy buenos filmes documentales, a que los músicos ahí retratados y glosados son indispensables, y que hay importantes paralelos y puntos de contacto entre ambos. Chasing Trane (John Scheinfeld, 2016) y Miles Davis: Birth of the Cool (Stanley Nelson, 2019) son documentales de planteamiento, forma y factura tradicionales, sustentados en amplias y bien investigadas iconografías fotográficas y fílmicas, mucha música interpretada por los protagonistas y numerosos testimonios de personajes asociados de cerca con ellos, o estudiosos de su trabajo. Un elemento complementario importante en ambos es la presencia de textos de Coltrane (a partir de entrevistas) y Davis (de sus apuntes autobiográficos), en las voces de Denzel Washington y Carl Lumbly, respectivamente. El paralelismo entre las vidas de ambos se inicia, curiosamente, con una divergencia: Davis nace y crece en un ambiente relativamente acomodado, mientras Coltrane proviene de un estrato social más bajo. Ambas películas exploran con fuerza el importante elemento racial que permeó la vida de los dos músicos, y que dejó una huella profunda en su respectivo quehacer musical; he ahí la poderosa e inolvidable imagen de Miles Davis cubierto de sangre por la brutal agresión de un soberbio policía blanco. Si bien las discografías de ambos son extensas, los filmes de Scheinfeld y Nelson destacan algunas de sus producciones más significativas: por ejemplo, Giant Steps y A Love Supreme, de Coltrane, y Kind of Blue, Birth of the Cool, Bitches Brew y esa joya que es el soundtrack de la película Ascensor para el cadalso (Louis Malle, 1958), de Davis. Lo mejor de estos documentales es la oportunidad de asistir al crecimiento artístico de estos músicos sin parangón: Coltrane en una acelerada curva de desarrollo inexorable hacia una sola meta; Davis hacia numerosos experimentos de fusión realizados sobre el final de su carrera, incluyendo sus notables cambios de loo k. Se explora también la batalla de ambos contra la adicción a las drogas, su deterioro físico y el trágico y prematuro final de cada uno. En el filme sobre Coltrane destaca su actitud religiosa, filosófica, pacifista, casi mística, mientras en la película sobre Davis el espectador percibe a un creador que guardaba una enorme dosis de rabia que descargaba explosivamente en su música y en su vida personal. La coincidencia fundamental entre ambas vidas y ambos filmes: ese breve pero irrepetible momento histórico en el que, entre 1955 y 1958, estos dos monstruos del jazz coincidieron en el primer gran Quinteto de Miles Davis, con Red Garland, Paul Chambers y Philly Joe Jones. Por otra parte, se hace enfática mención al Cuarteto de John Coltrane, con Jimmy Garrison, Elvin Jones y McCoy Tyner, como el mejor combo de jazz de la historia, lo que no es una afirmación menor. Estas dos muy buenas películas permiten al espectador identificar a John Coltrane como un músico de un desarrollo tan rápido que todos sus colegas le iban quedando chicos sucesivamente, y a Miles Davis como el trompetista que llevó su instrumento a una altura a la que quizá sólo uno o dos de sus pares lo hicieron; en particular, ahí queda como ejemplo el sabio uso que Davis supo hacer de la singular sonoridad de la sordina Harmon. Decía Carlos Santana sobre Coltrane: Unos tocan jazz, otros blues, otros reggae; él tocaba la vida.

Ambos filmes están disponibles en Netflix