Opinión
Ver día anteriorLunes 6 de abril de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

No más rescates // Barones de luto

L

os barones están de luto: por primera vez en los últimos 40 años no serán rescatados por el Estado, no meterán la mano en las arcas públicas, no tendrán acceso a la multimillonaria devolución de impuestos ni a las generosas exenciones fiscales, no pasarán sus facturas al pueblo de México, ni socializarán las pérdidas para privatizar las ganancias, pero sí estarán obligados a rascarse con sus propias uñas, que son larguísimas. En esta crisis, los dineros de la nación serán para ella, no para el grupúsculo que en cuatro décadas de todas ganó todas.

En castellano simple ese es el mensaje del presidente López Obrador, en el entendido de que el plan de reactivación económica por él estructurado no se ajusta al modelo neoliberal, al neoporfirismo; nada nos hará regresar al pasado, y es por lo que votaron millones de mexicanos; hay una lección que no olvidamos: un modelo económico que sólo beneficia a mi­norías no produce bienestar general; al contrario, engendra miseria pública y violencia. Se acabaron los beneficios para unos cuantos. Primero el bienestar general y después, lo mismo; jamás los privilegios, la corrupción, el saqueo y la impunidad.

A estas alturas para nadie es novedad que el modelo neoliberal está en crisis, aquí y en el mundo, y dice López Obrador que entiende la agria reacción de quienes con él medraron a lo largo de los años. Pero se acabó: no más rescates a las grandes empresas y bancos; no se convertirán las deudas privadas de unos pocos en deuda pública; se acabaron los privilegios fiscales; no más aumentos de combustibles ni de tarifas y servicios públicos; no disminuirán los salarios; no se despedirá a trabajadores; no se eliminará o reducirá la seguridad social. Ahora ya no es así, no se aplican esas recetas.

En esta crisis transitoria, dijo el mandatario, a cada quien le toca su parte, y en el gobierno se bajarán los sueldos de los altos funcionarios y se eliminarán los aguinaldos desde subdirectores al Presidente; se reducirán gastos de publicidad, viáticos, gastos de operación y se ahorrará más en compras a proveedores y costos de obras públicas. No habrá despido de trabajadores al servicio del Estado, en ningún nivel, pero sí se demandará más eficiencia, entrega, espíritu de servicio, austeridad y honestidad total. No se detendrá la transformación de México; son más los ciudadanos que buscan el cambio verdadero que quienes apuestan al retroceso.

A los barones se les acabó el festín, por mucho que ladren sus perros. Uno de ellos, disfrazado de presidente de la Coparmex, dice que López Obrador insiste en otorgar apoyos de subsistencia en lugar de mantener empresas y empleos. Para este can todo el dinero público que no sea para rescatar a los oligarcas termina en la basura.

Pero, crisis tras crisis (y han sido muchas), el erario ha rescatado a los barones y el país sigue igual de jodido, pero con oligarcas cada vez más ricos. Todo, dice, para mantener el empleo. ¿Cuál?, porque a estas alturas 60 por ciento de los mexicanos sobrevive en la informalidad y en el sector formal pagan salarios miserables.

En un rápido paseo, a los barones el erario les rescató sus voluminosas deudas con dólares subsidiados (De la Madrid con el Ficorca, y les regresó 34 por ciento de la banca junto con todas las empresas vinculadas a la expropiación de JLP); Salinas les devolvió la banca, ­íntegra, y la destrozaron; Zedillo los rescató con el Fobaproa (la deuda para los mexicanos por cortesía de priístas y panistas, estos últimos con Felipe Calderón a la cabeza); Fox les rescató sus ingenios azucareros y promovió la extranjerización de la banca, libre de impuestos: Calderón los rescató en la crisis de 2008-09 y Peña Nieto hizo ratería y media para aumentar sus ganancias.

Todo aderezado con la masiva devolución de impuestos, exenciones fiscales, jugosos negocios a costillas de la nación, etcétera, y México se mantiene en la lona. Acumularon utilidades de cuento de hadas, pero ahora se quejan de que nada les dan.

Las rebanadas del pastel

¿Querían más?