Opinión
Ver día anteriorLunes 30 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el otro lado

La bolsa o la vida

E

s una amenaza que nunca quisiéramos escuchar pero que desafortunadamente no podemos descartar cada vez que salimos de nuestros hogares. Para bien o para mal, la decisión que tomemos nos afectará personalmente y, con ella, a quienes nos acompañan. Pero cuando el impacto de la decisión afecta a millones de personas, y no sólo a nuestro entorno inmediato, la situación cambia totalmente.

Durante semanas el presi-dente Trump negó que el coronavirus pudiera afectar a Estados Unidos. Por fin, el 11 de marzo admitió la gravedad de la crisis, declaró estado de emergencia y se auto adjudicó el título de presidente en guerra. Pero, cuando se percató que el impacto de la pandemia ocasionó un profundo desplome en el mercado de valores, decretó que a partir del 12 de abril los estadunidenses deben reanudar su vida cotidiana en oficinas, escuelas, parques, etcétera. Según su peculiar punto de vista, el remedio puede ser peor que la enfermedad y más personas morirán si la economía no recupera su ritmo normal, su opción es clara: la bolsa, no la vida.

La súbita ocurrencia de Trump no debe extrañar, tiene base en el peso que le otorga a los negocios, la especulación y las ganancias derivadas, en comparación con el valor que tiene la vida de las personas. Queda demostrado que sus intereses económicos, los de sus allegados y las corporaciones que lo apoyan están por arriba de toda consideración. Es evidente, también, su intención de aprovechar sus conferencias de prensa diarias, sin rubor alguno, como plataforma de campaña de reelección. Al criterio utilitario se suscribió Mitch McConell, líder republicano del Senado, en su intento de que los recursos del paquete económico de salvamento tuvieran como principal destinatario al sector corporativo. Los demócratas se negaron a aprobar esa barbaridad y exigieron que el grueso de recursos se destinara a quienes han perdido el empleo, y a los pequeños y medianos establecimientos al borde de la quiebra. Su exigencia fue aprobada por unanimidad en el Congreso.

Es desconcertante que en cada oportunidad, el presidente, además de promoverse personalmente, use como pretexto la crisis para atacar a quienes lo critican por su errática conducta y cambios de humor. Es triste que el mandatario no alcance a entender que un enemigo común es la amalgama que puede unir al país, no dividirlo.

Mi solidaridad con todos los lectores que responsablemente se mantienen aislados.