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El supremo poder de las mujeres en la música
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Periódico La Jornada
Sábado 7 de marzo de 2020, p. a12

Dramatis personae:

Pierina del violino
Cattarina del corneto
Bettina della viola
Marggherita del arpa doppia
Gioseppina del chitarrone
Bianca Maria organista
Claudia del flautino
Lucieta della tromba

Ellas integraron una de las mejores orquestas de Europa en el siglo XVIII. Además de intérpretes sin par, escribían música. Apenas están por ser reivindicadas, pues el mundo está cambiando para bien porque el patriarcado está por caer y retumbar.

Una de esas señales positivas es la publicación del disco Concerti per La Pietá, con el que la orquesta Europa Galante, dirigida por Fabio Biondi, celebra su 30 aniversario.

Las mujeres enlistadas aquí arriba recibieron la mejor formación huma-nística asequible en su época en unorfanatorio, el célebre Ospedalle della Pietá.

En las notas al programa de este disco, Pierre Élie Mamou contextualiza: la educación de excelencia que se impartía en los orfanatorios italianos data del siglo XIV, destinada a huérfanos o descendientes de ‘‘relaciones ilegítimas” o de la práctica de la prostitución.

La parte musical de esa formación humanística estaba a cargo de las máximas figuras de la época: Baldassare Galuppi (1706-1785) en el Ospedalle dei Mendicanti, mientras en Santa Maria della Pietá se sucedieron durante medio siglo en el puesto de ‘‘maestro di violino” el compositor Francesco Gasparini (1661-1727) y el cura Antonio Vivaldi (4 de marzo de 1678-1741).

El abate pelirrojo Antonio Vivaldi escribió centenares de obras para las alumnas conocidas por sus nombres propios y con los instrumentos que ejecutaban como apellidos.

Perina del Violino, Cattarina del Corneto, Bettina della Viola, Marggherita del arpa doppia, Lucieta della tromba, Gioseppina del chitarrone, Bianca Maria organista, Claudia del flautino, Lucieta della tromba…

En las montañas de papeles pautados que dedicó Vivaldi a estas niñas prodigiosas, es evidente siempre su admiración y cariño, tanto en los títulos de las obras (Il Coro delle Muse) como especialmente en la alegría, donosura, su carácter grácil, atlético, vaporoso.

Entre ellas hubo cariño, sororidad, confianza, fuerza. Y figuras de novelade Pascal Quignard, como la Signora Chiara (o Chiaretta), alumna de Anna Maria.

Abandonada en las escalinatas de entrada del Ospedalle della Pietá cuando tenía dos meses de edad en 1718, Chiara hizo de ese hospicio el epicentro de su fama anónima. Allí murió, el mismo año que Mozart, en 1791.

Tocaba como nadie el violín, secundada por su hermana, Anna Maria, también abandonada frente al pórtico de lo que hicieron su hogar.

Chiara cantaba, tocaba la viola d’amore y el órgano. Y escribía. Es una de esas compositoras que la historia, escrita hasta el momento por hombres, ha ignorado, despreciado, ocultado incluso.

Los conciertos de la orquesta del Ospedalle della Pietá eran leyenda en toda Europa. Pero no eran vistos por nadie. La gente se limitaba a escuchar, pues las normas dictatoriales de la Iglesia católica prohibían tal ostentación.

No hay registro visual alguno de esa que fue una de las mejores orquestas en la historia.

En sus notas al programa, PierreÉlie Mamou esboza de manera magistral las semblanzas: ‘‘a través de los siglos para la misma, desconocida mu-jer que pintó Tiziano y cuyos nombres dulces y sonoros varían dependiendodel museo en donde yace exiliada: Flo-ra en Florencia, Violante en Viena, Salomé en Roma y en Madrid. La Bela en el Palazzo Pitti, La niña del sombrero emplumado en el Museo Hermitage, quien en los Ufizzi deviene la Venus de Urbina”.

Ostenta prosa musical Pierre Élie para rendir culto a las diosas del Ospedalle cuando continúa así su relato de esas bellezas anónimas: ‘‘the foundation of whose amber and umber hair is in tune (before its time, naturally) with the spirit of Paul Verlaine as much as it is with that of Antonio Vivaldi”.

Los editores del disco que hoy recomendamos con entusiasmo contribuyen a esas pistas en pos de la belleza con una portada donde luce el rostro de una niña que, al escuchar el disco y leer el texto de las notas al programa, sabremos que es huérfana. No dan por desgracia el crédito al autor de esa hermosa imagen de quien quiere el imaginario de la poe-sía que sea el rostro de Chiara. Parece óleo hiperrealista, pero es a todas luces una fotografía. Es un guiño al honor del anonimato, esa gloria verdadera.

La orquesta que rinde homenaje a esas mujeres debutó hace 30 años con Vivaldi, personaje central de sus afanes.

Hay un disco anterior y semejante al que ahora nos alegra, data de 2013 y se titula precisamente Il diario di Chiara, Music from La Pietá in Venice in the18th Century.

Reúne, además de la mencionada Sinfonía para Cuerdas Il Coro delle Muse, partituras de Giovanni Porta (ca. 1675-1755), Nicola Porpora (1686-1768), Antonio Martinelli (ca. 1702-782), Gaetano Latilla (1711-1788), Fulgenso Perotti (sin datación natal y duelo, sólo dice: fl. 18th. Century) y Andrea Bernasconi (1706-1784).

En ese disco, Il diario di Chiara, se incluyen partituras que ella escribió, citadas como cadenzi (las partes improvisadas de un concierto) para algunas de esas obras.

Ya será tarea de musicólogos, antropólogos, hurgadores de archivos pero sobre todo despertadores de conciencias, quienes algún día cercano nos avisen que ya encontraron más partituras de Chiara, como las hay de muchas mujeres en la historia, escondidas por la misoginia tácita de la totalidad de las obras artísticas que sí tuvieron éxito. ¿Un ejemplito? Precisamente, La muñeca fea, de don Cri Cri.

Las niñas del Ospedalle della Pietáno eran muñecas y eran hermosas. Convirtieron su origen, el abandono, en belleza. Crearon música aunque nadie lo supiera, porque ni siquiera estaban temerosas de que alguien las viera, como aquella muñeca fea de la canción ‘‘infantil”.

La obra de mayor belleza, profundidad, aroma, elegancia, misterio en el disco que hoy celebramos, Concerti per La Pietá, se titula Concerto per violino ‘‘per la Signora Chiara” in D, RV 222. Uno llora de tan hermosa.

Hay partituras para dos violines; para violín, órgano y violonchelo; también para ‘‘viola d’amore, liuto ed archi”; un bellísimo Concerto ‘‘per archi ripieno”, y la cereza en el pastel, la pieza final: Concerto per violino ‘‘per Anna Maria”.

Pierina del violino
Cattarina del corneto
Bettina della viola
Marggherita del arpa doppia
Gioseppina del chitarrone
Bianca Maria organista
Claudia del flautino
Lucieta della tromba

Chiara
Anna Maria

La fuerza de las mujeres en la música.

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