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Puntos sobre las íes

Recuerdos // Empresarios (CXXIV)

D

ebo continuar...

El alboroto causado por la gran Conchita Cintrón aun antes de haber partido plaza en Bogotá fue de tales tamaños, que sacudió a propios y extraños y el gobierno debió tomar medidas que sólo leyendo parte de los periódicos de aquellos días se puede creer.

Así que continuemos

Caireles:

“El más grandioso espectáculo taurino de Bogotá fue la presentación de la rejoneadora y torera.

“Y ahora, vayamos a lo sucedido en el ruedo.

Quince mil espectadores llenaron la plaza y saludaron a Conchita Cintrón, con unánime ovación.

Caireles:

La ovación duró hasta la salida del primero, que era de la ganadería de Mondoñedo. Un señor toro con barbas y pitones, tres años cumplidos, grande, bien criado y haciendo honor a su divisa...

K-Milo:

No recuerdan mis ojos un triunfo igual al obtenido ayer...

***

Eso mismo sucedió en varias plazas. No encontraba la manera de exteriorizar mi simpatía por Bogotá. Una sonrisa era muy poca cosa. Pensaba en esto cuando dije adiós a unos chiquillos que se apretaban detrás del cordón de la policía. Pobrecillos, habían pasado la tarde ahí esperando aquel momento. Soñé una cosa.

“Pregunté a Ruy, que iba a mi lado: ¿podría torear un novillo solamente para los niños de Bogotá y que entraran sin tener que pagar?

“Y así nació el festejo más lindo que haya presenciado en toda mi vida.

“Mi único recelo, al ver que el festival tomaba incremento era que la gente mayor, que por entrar a la plaza había llegado a extremos increíbles, también quisiera asistir al festejo. Pero pasó todo lo contrario: los bogotanos dejaron sus lugares, de alma y corazón, a los niños de la ciudad. La prensa, que tanto me animó, temprano comenzó a animar. El Tiempo decía así:

“debemos hacer algunas advertencias respecto a la concurrencia de los niños pobres a su fiesta de mañana: la primera es que pueden asistir a ella no sólo los pertenecientes a las escuelas de los barrios, sino todos los niños pobres de Bogotá...

No deben ir acompañados por personas grandes, con el fin de no mermar el cupo destinado a los pequeños. Es entendido que los directores de las escuelas pueden y deben ir con los de sus respectivos establecimientos. La empresa del tranvía ha destinado carros especiales para trasladar desde los barrios a los niños que van a participar en la fiesta, carros que saldrán desde las ocho de la mañana y que tienen órdenes de detenerse en todas las esquinas en donde se encuentren esperando los pequeños. Concluido el espectáculo, los carros del tranvía estarán situados en la calle 26 para conducir nuevamente a los barrios a los pequeños espectadores”. Finalmente, se espera la colaboración de la ciudadanía en general para que los niños pobres de Bogotá, y únicamente ellos, puedan gozar de todo lo anterior.

“Entre tanto, abandonamos la capital para torear una corrida en Manizales, donde la empresa había construido una plaza.

“En el aeropuerto hacía un calor de palmeras. Pensando en los caballos, seguimos directamente hacia la plaza. Ésta resultó ser una construcción enorme, siendo una parte excavada en el propio terreno y la otra completada con tablas. Cuál sería mi espanto al ver una cantidad de soldados marchado dentro del ruedo.

“–Están aplanándolo –explicó la empresa.

“–¿No se caerá? –preguntó Conchita, mirando, dudosa, la armazón que les rodeaba.

“–No... –contestó sencillamente el empresario. Como no teníamos sacos de arena para comprobar su resistencia, el general mandó un batallón de voluntarios a que se sentara en el tendido.

“El festival se daba el sábado por la mañana. Alfonso Laserna, nuestro amable empresario, ofreció la plaza y el inteligente ganadero Francisco García quiso regalar un novillo. El gobierno decidió colaborar y cerró los colegios, y todos los dueños de transporte colectivos se ofrecieron para llevar, gratis, a los niños a la plaza.

Cuando el sábado abrí la ventana de mi cuarto, vi una hilera de tranvías que seguían muy despacio, llevando pequeños colgados por todos lados y hasta sentados sobre el techo. Niños y más niños seguían por las calles rumbo a la plaza. Caminaban conforme lo dictado, sin adultos, a no ser que pertenecieran a los colegios acompañando a los infantes.

(Continuará) / (AAB)