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México SA

Más empleo, pero precarizado // Presupuesto 2020, en el limbo

E

l Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) informa que en octubre pasado se generaron y registraron alrededor de 160 mil plazas laborales formales (de ellas, 86 por ciento permanentes), de tal suerte que a lo largo de 2019 –de enero al cierre de dicho mes– 648 mil mexicanos se han incorporado a la economía formal y tienen acceso a la seguridad social.

Sin duda, el estancamiento económico ha pasado factura a la generación de empleo formal (en igual periodo de 2018 las plazas formales registradas sumaron un millón; en los primeros 10 meses de Peña Nieto fueron 590 mil), pero, con todo, las apocalípticas profecías de los grupos de presión (vamos rápido y directo al precipicio) no se cumplirán. Así, al cierre de octubre pasado casi 20 millones 400 mil trabajadores mexicanos están inscritos en el IMSS.

Pero no todo es miel sobre hojuelas, porque, como bien advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico –de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes–, la 4T enfrenta su mayor desafío social y económico en la precarización heredada del mercado laboral. De hecho, las cifras publicadas hasta el tercer trimestre del año por el Inegi muestran que el mercado laboral mexicano avanza en un sentido distinto a la directriz del presidente López Obrador de alcanzar un mayor bienestar para las familias mexicanas.

La precarización estructural del mercado laboral mexicano sintetiza el fracaso del modelo económico de los últimos 40 años.Bajos salarios, informalidad, ocupación sin acceso a prestaciones sociales y servicios de salud, sin contrato por escrito y con jornadas laborales que no cumplen con el tiempo establecido en la Ley Federal del Trabajo representan algunas características que hoy distinguen la situación en que viven millones de familias mexicanas.

La recesión industrial y el nulo crecimiento del PIB ya cobran factura social y económica, porque las empresas en el país enfrentan un entorno adverso. Lamentablemente, las estadísticas son contundentes: durante los primeros tres trimestres de 2019 la precarización estructural del mercado laboral sigue avanzando, situación que se ha exacerbado por el nulo crecimiento económico, que implica la creación de empleo informal y de bajo valor agregado.

Una de las mayores deudas sociales y económicas que se tiene con la sociedad mexicana proviene de la precarización estructural del mercado laboral. La mala calidad de la ocupación y el empleo representa la mayor fuente de pobreza e inequidad. En México, la tasa de desocupación es baja porque las familias deben recurrir a la informalidad para encontrar una fuente de ingreso (el Inegi mide la desocupación, no el desempleo).

Contrario a lo que ocurre en otras naciones de alto desarrollo o emergentes exitosas, en México se crea empleo y ocupación en micronegocios informales que carecen de establecimiento, es decir, en el ambulantaje. Ello va en contrasentido de los objetivos del presidente López Obrador: quiere generar desarrollo económico, pero el mercado laboral va hacia atrás.

La 4T no ha logrado revertir la herencia negativa que recibió: la precarización del mercado laboral es atribuible a la precarización de las empresas. De mantenerse las condiciones de marginalidad en la ocupación y el empleo, terminarán afectando el consumo privado, el crecimiento económico y las finanzas públicas, y minarán el bienestar de las familias.

El aumento al salario mínimo es positivo y necesario, pero no representa una política integral para resolver la situación. La afectación llega a toda la estructura laboral y se observa en la desaparición de empleo que paga más de tres salarios mínimos, tendencia que se ha presentado desde 2005.

Las rebanadas del pastel

En el limbo se mantiene la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2020, aunque los diputados están muy quitados de la pena, porque para ellos, según dicen, sigue siendo 6 de noviembre, fecha en la que el reloj parlamentario congeló la sesión). ¿Hasta cuándo?