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Mayor temor, que el movimiento pierda fuerza

Chilenos realizan cabildos ciudadanos para expresar ideas de un cambio social

La oposición advierte a Piñera que no se trata de reformar, sino de construir una nueva Constitución

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▲ Asistentes a un cabildo ciudadano convocado por la agrupación Mesa de Unidad Social en la Casa Michoacán de Los Guindos, comuna de La Reina.Foto Aldo Anfossi
Especial para la jornada
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de noviembre de 2019, p. 26

Santiago. Son las siete de la tarde en Santiago y a la Casa Michoacán de Los Guindos, en la comuna de La Reina, comienzan a llegar paulatinamente varias decenas de personas, todas animadas por un mismo propósito: participar de un cabildo ciudadano del que han tenido noticias, por las redes sociales, que va a realizarse aquí y al cual convoca algo que se denomina Mesa de Unidad Social.

Michoacán de Los Guindos fue el nombre que en 1942 escogieron para esta propiedad el vate Pablo Neruda y su entonces esposa, la argentina Delia del Carril, quienes llegaban a Chile después de residir en ese estado mexicano. Del Carril, conocida como La Hormiguita, vivió en esa casa hasta su muerte, en julio de 1989.

Lamentablemente está en mal estado y semiabandonada, pero hoy revive para recibir en su anfiteatro García Lorca –construido por Neruda al fondo del gran patio en homenaje a su asesinado amigo Federico– a los cerca de 100 vecinos que finalmente llegan, buscando continuar como protagonistas de la revuelta social que ha estremecido a este país desde hace ya 19 días y que no cesa. El propósito de la reunión es responder a algunas preguntas: ¿Cuál es el origen del conflicto actual; qué ha generado el malestar ciudadano; qué oportunidades ofrece esta movilización; cómo es posible avanzar en mayor justicia social a partir de esta coyuntura; existen demandas prioritarias para la ciudadanía; se necesita una asamblea constituyente para transformar Chile; qué tipo de acciones puede realizar la ciudadanía y las organizaciones sociales para conseguir sus objetivos? Dos horas es el tiempo que los organizadores programan para responder a ellas, menuda tarea.

La reunión parte con la presentación muy breve de cada uno de los asistentes: nombre, ocupación y qué los motiva. Hay ingenieros, amas de casa, artistas visuales, una enfermera, periodistas, un agrónomo, sociólogos, una terapeuta física, muchos jóvenes, también adultos mayores, amplia diversidad. Queda en evidencia que grandes esperanzas los animan, se escuchan cosas como: “este proceso (la movilización) tiene tanta relevancia que no se nos puede ir de las manos; desde los tiempos de Allende siento que es la primera vez que se abre una oportunidad de construir un futuro; hace 40 años venimos escuchando Venceremos, después La alegría ya viene y también Tiempos mejores; es un momento vivencial”.

Después de la introducción, los asistentes se dividen en cuatro grupos a contestar las preguntas. Es entonces cuando una catarata de sentimientos, fantasías, sensaciones y deseos se expresan. Parece que lo que más agobia es la posibilidad de que la masiva protesta ciudadana vaya perdiendo fuerza y diluyéndose, el temor de que el gobierno esté jugando al cansancio de la gente, entonces fluyen ideas de cómo mantenerla vigente, de cómo dosificar energías.

Se reclama que se apliquen medidas urgentes para aliviar de inmediato la situación de la población agobiada por las carencias: ancianos que perciben pensiones miserables, enfermos crónicos que no son atendidos en los hospitales y que mueren en la espera, fijación de precios para medicamentos que es imposible costear para una inmensa mayoría, incremento del salario mínimo de 430 a 630 dólares, condonación de las deudas de estudiantes por el acceso a créditos con la banca comercial. El petitorio es colosal y muy caro de financiar, el fisco va a crujir, se necesita mucho dinero para todo ello y no es claro que todo sea alcanzable, habrá que priorizar.

Ya ha caído la noche cuando los grupos presentan sus conclusiones bajo la luz de unas ampolletas. Es necesario, dicen, caminar y mascar chicle simultáneamente, esa es la expresión que se usa en el cabildo. ¿Qué quiere decir? Las medidas humanitarias inmediatas son imprescindibles, pero no pueden hacer perder de vista la necesidad e importancia del cambio estructural: un proceso constitucional para alterar radicalmente el modelo neoliberal en extremo mercantilista que rige la vida de los chilenos y del cual emanan los abusos. Hay que hacer ambas tareas.

Las ideas que emanan de los cabildos se supone que van a alimentar el proceso constituyente, van acumulándose para ese fin. Se han realizado centenares a lo largo del país, participan miles y seguirán sucediéndose.

El presidente Sebastián Piñera, apremiado por un rechazo de 80 por ciento y con apenas 13 de aprobación, ha dicho que no se cierra a cambios constitucionales y sitúa la discusión en el Poder Legislativo actual. Desde la oposición le responden que no ha entendido nada, que eso no es un proceso constituyente, que se trata no de reformar sino de construir una nueva Carta Magna.

La violencia continúa. La policía disparó ayer cartuchos con perdigones (al parecer en forma indebida, dijo el general director de Carabineros, Mario Rozas) al interior de un liceo de niñas de Santiago y al menos una joven resultó herida. Dos carabineras sufrieron quemaduras por el impacto de una bomba incendiaria. En Viña del Mar y Concepción hubo saqueos, atropellos y destrucción de locales comerciales.

En materia fiscal, está totalmente claro que se viene una subida de impuestos para el sector de superricos del país. El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, anunció un principio de acuerdo con senadores opositores que incluye la creación de un impuesto al patrimonio que recaudaría alrededor de mil 200 millones de dólares, se dijo. También se anuncian medidas para las pequeñas y medianas empresas, cuyas ventas y operación han sido afectadas por la crisis.

En tanto, la Confederación Sudamericana de Futbol anunció que que la final de la Copa Libertadores de América no se realizará en Santiago el 23 de noviembre, sino en Lima.