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Aprender a morir

Olores e investigadores

A

nte la muerte, la risa emergente; ante el miedo, el disfraz ocurrente. De las ofrendas en los altares de muertos, de las calaveritas de azúcar y las calaveras versificadas, al fashion catrinero posmoderno, fascinados tras aparecer algunos paisanos en una película − Spectre, de la saga de James Bond, de 2015− que difundió al resto del mundo algo de nuestra festiva forma de celebrar a la muerte con un vistoso desfile de disfraces. Precisamente en Tacuba 12, Centro Histórico, es obligado visitar el Museo del Perfume, espacio inmersivo, único y experiencial de la compleja elaboración de aromas.

En esa costumbre de valorarnos a nosotros después de que somos valorados por extranjeros, algunos descubrieron el rico filón de darle al Día de Muertos un toque más actualizado y menos pueblerino. Aunque sigue teniendo su estatus, el Halloween casi alcanzó el rango de huácala y perifollos, sombreros y maquillajes ocupan el renovado look celebratorio, mientras esencias de copal quemado en anafres e incensarios aún intentan crear aires de recogimiento.

Carlos González Flores, doctor en ciencias y director técnico de un grupo multidisciplinario de investigadores de las Facultades de Sistemas y de Medicina de la Universidad Autónoma de Coa-huila, envió una propuesta al Conacyt, tras la convocatoria de éste a participar en propuestas de ciencia frontera (descubrimientos en ciencia y la tecnología).

El proyecto se titula Sistema de Internet Olfatorio, compuesto por equipo y procedimientos para proveer servicios olfativos al usuario de Internet. Lo integran varios módulos (hardware y software): uno para capturar olores y digitalizarlos, otro para transmitir los olores digitales por Internet, y uno más para recibir esos olores y transferirlos al usuario. Si hay una imagen o video, es capturado al mismo tiempo que los olores relacionados con la imagen o video y las señales combinadas y transmitidas (por aire, satélite o cable).

Este recibe señales que son separadas, una al desplegador de imágenes del usuario (monitor, celular o Tv) y la otra, la de olor, a un módulo de percepción que prepara, sincroniza y envía esas señales al cerebro del usuario, de modo que éste puede percibir el aroma asociado con la imagen visualizada, dando una percepción mucho más real del medio ambiente de lo que se visualiza.