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Ver día anteriorSábado 26 de octubre de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Cataluña en llamas
A

lgo habrá pasado para que la mayoría de los catalanes, de naturaleza pacífica y ordenada, se alebresten de tal manera. Cuando las cosas suceden es por algo. Lo imposible no acontece.

No se requiere ser un experto para darse cuenta de que, lo mismo con el gobierno del Partido Popular, heredero en muchos sentidos del longevo franquismo, que con el también bastante franquista Partido Socialista Obrero Español, se ha ido poniendo cada vez más leña, con esmero, en Cataluña, durante los últimos 10 o 12 años. Asimismo, en tiempos recientes han ido produciendo varias chispas, mediante acciones represivas e incluso violatorias de sus propias leyes, que a la postre han dado lugar al incendio.

El primer flamazo de estos días se dio con las salvajes sentencias de entre nueve y 13 años a 11 honrados catalanes inculpados por el grave delito de atreverse, en un país democrático, a llamar a una consulta sobre su deseo o no de independizarse.

Ello ocurrió el 1º de octubre de 2017, a pesar de las amenazas y gestiones policiales para impedirlo. No obstante la flagrante persecución y agresión de 14 mil policías, más de 2 millones de catalanes, con una inmensa mayoría ­superior a 90 por ciento, votaron en favor de la independencia.

Recuerdo que el presidente Rajoy dijo con toda rotundidad [sic] que no había habido elecciones, al tiempo se exhibían miles de minutos filmados de la gente votando y la policía persiguiendo y golpeando…

El espantoso ridículo del gobierno español multiplicó el deseo de venganza que se concentró contra los presos políticos ahora sentenciados. No ha valido la búsqueda ­catalana del diálogo, a lo que le sacó la vuelta el gobierno de Madrid, a pesar de haber mutado de Rajoy a Sánchez.

La permuta hizo válido el famoso aserto de que lo más cercano a un español de derecha es un español de izquierda. Con ello se ratifica lo que muchos hemos dicho ya, de que el franquismo es endémico del pueblo español, por lo que hay que respetar y admirar más a quienes se salen de esta definición.

El rencor de España hacia los catalanes es centenario y alimentado por todo tipo de gobiernos, sean reales, dictatoriales o republicanos. Si no se animan a expulsar a los catalanes de España, se debe a sus resabios imperiales y, sobre todo, a que mantener a Cataluña dentro de ella resulta un espléndido negocio.

En consecuencia, arremeter contra Cataluña reditúa muchos votos electorales en la llamada España negra y para mantenerlos están dispuestos aun a afrontar el ridículo y el descrédito internacional y a violentar el reclamo de la ONU sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos.

La condena por sedición, después de dos años de cárcel, a los dichos presos políticos, hizo estallar desde el día 14 de octubre a una ciudadanía que se había contenido, con una leve esperanza de que hubiera humanidad y sentido democrático en la justicia española. La protesta dio lugar también a una represión física exagerada y a muchas detenciones más que, a su vez, han fortalecido el encono. Las grandes manifestaciones de los últimos días en casi todos los rincones de Cataluña y, no se diga, en Barcelona y demás ciudades importantes, a pesar de su carácter pacifista, han dado lugar a mayores esfuerzos violentos en contra que, en vez de apaciguar los ánimos, los ha exasperado más.

Ya hubo, hace una semana, una manifestación de casi un millón de personas, y se espera que sea superada en la que tendrá lugar este sábado por la tarde. Uno de cada cinco habitantes de todas las edades estará presente gritando: ¡CATALUNYA ­LLIBERTAT!