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En los años 80 nos tocó un México muy censurado, señala Hari Sama en Morelia

El realizador presentó su película autobiográfica Esto no es Berlín

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▲ El cineasta mexicano posa con los actores Antonio Toledano (atrás a la derecha), Mauro Sánchez (al frente a la izquierda) y Xabiani Ponce de León.Foto Ap
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Periódico La Jornada
Martes 22 de octubre de 2019, p. 7

Morelia Mich., El director Hari Sama sorprendió en la competencia oficial del 17 Festival Internacional de Cine de Morelia con su ficción autobiográfica Esto no es Berlín, ambientada en la segunda mitad de los años 80.

En la cinta, el director cuenta la historia de Carlos, un mozalbete que no encaja en ninguna parte; su mundo cambia cuando lo invitan a un club mítico donde descubre el universo de la vida nocturna subterránea llena de música punk, arte visual, libertad sexual y drogas.

En entrevista con La Jornada, Sama señaló: “no todos los que vivimos la década de los 80, estuvimos seducidos por el mundo underground de la ciudad. Nos tocó un México muy censurado; no todos teníamos acceso a Nick Cave, Bauhaus, Clan of Xymox... A los que nos atrajeron esas cosas, cambiamos para siempre”.

Agregó: trato de mantenerme vigente en el mundo de la música y del arte. De unos años para acá traté de volverme contemporáneo, pero lo que viví en los 80 lo llevo en mis genes. Cuando adquieres una dirección en la adolescencia te marca de por vida.

Se le inquirió si la Generación X, a la que pertenece, fue privilegiada. Respondió: no sé si esté mal decirlo, pero sí lo fue. Sin embargo, no quiero caer en esto de que todo lo anterior fue mejor; siento que en los años 80 sí hubo una magia irrepetible por la enorme dificultad que fue dar con toda esa música y con todo ese espíritu.

Sama prosiguió: en ese momento teníamos que ser muy fieros para dar con todas esas cosas que nos gustaban, porque en México estábamos muy castigados. Si alguien escuchaba una rola de Nick Cave y quería saber más era muy difícil encontrar más información; no era como ahora, que te metes a tu teléfono y encuentras todos los discos; teníamos que ir al Tianguis del Chopo, a Sonido Zorba o con quien vendía casetes clandestinos en El Ágora.

Consideró: esa necesidad de recorrer un camino para dar con las cosas era muy especial y cargó de significado justamente lo que encontramos e hicimos en los terrenos del arte; primero de manera muy ingenua. Lo cierto es que de esos grupos que hacían cosas en ese momento salieron artistas como Gabriel Orozco, Caifanes, Santa Sabina o los Cuarón, mucha banda abrevó del movimiento que se dio en esos años y siguen vigentes.

Impulso creativo

Sama expresó: “me gustó compartir la sensación que viví para contagiar a la nueva generación de ese impulso creativo que teníamos. Quiero decirles a los artistas jóvenes que inician su camino: ‘me tocó así’. Lo más importante es ir hacia tu propia realidad y dolor para descubrir que en uno mismo está la magia, que no la tenemos que importar”.

Aseguró: “en esta cinta soy el filtro de todos los impulsos; es mi mirada, mis recuerdos de los años 80, los de la gente con las que viví: Gabriel Orozco ya exponía en La Quiñonera, al igual que Rubén Ortiz, Damián Ortega y Francis Alÿs... Guillermo Santamarina, El Tin Larín, realizaba sus primeros esfuerzos de curaduría; debe su apodo a que hizo un performance en El Nueve, en el que aventó esos chocolates. En ese lugar pasaban todo tipo de cosas; ahí se veía a un punk de San Ángel besarse con uno de Neza”.

Concluyó: “la película recoge ese espíritu fiero de atreverse. He sido un outsider toda mi vida; no formo parte de los grupos fácticos ni del de los güeros del cine mexicano, el más cercano; siempre he estado al margen. Esta película me regresó al lugar del que provengo, a mi identidad, de la que puedo producir”.