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Balance de La Jornada

El grito puede dejar en silencio... a las televisoras

L

a Liga de Naciones deportivamente no sirve para nada, pero ha sido la excusa pertinente para jalar las orejas a la afición y amenazarla con dejarla sin Mundial. El miedo de verse despojada del tan sobado sueño de avanzar a cuartos de final puede ser grande entre los fanáticos, pero cobra tintes de pánico en las televisoras que –aun sin rebasar la ronda de octavos– cada cuatro años hacen negocio redondo.

La afición mexicana, que desde hace mucho se vio despojada de su selección –juega el 90 por ciento del tiempo en territorio estadunidense–, acaba de ver a un Tri mayor vapuleado por el cuadro B de Argentina y, aunque lo sabía en el fondo de su pambolero corazón, recibió con crudeza la confirmación en boca del Tata Martino de que el futbol mexicano está un nivel abajo del albiceleste, y sin duda dos peldaños debajo del europeo.

En el colmo de la desolación, ahora, con regaños de por medio y acusada de homofóbica, es obsequiada con un torneo infumable cuya única utilidad es enmarcar la campaña para que los señores del balón se quiten de una vez por todas cualquier zozobra, alcen la cara ante el mundo y continúen haciendo jugosos negocios con la dupla SUM-Federación estadunidense de cara a los próximos mundiales.

Televisa tiene amarrados los derechos del Tri y está encaminada a recuperar su inversión a como dé lugar. Algunos dueños, encabezados por Jesús Martínez, de Grupo Pachuca, pretendieron hace dos años venderlos a mejor precio a otra cadena de televisión, pero su intento fue aplacado y él, arrastrado por la mayoría, debió someterse. Habrá más de lo mismo.

También tiene los derechos del Mundial próximo, Qatar 2022, logrados a través de una compañía suiza creada para pagar sobornos por millones de dólares, hecho que salió a la luz en el marco del escándalo de corrupción de la FIFA… todo eso fue acallado, quedó ahí soterrado. Pues bien, ese dinero no puede irse al cesto de la basura por un simple grito, el único grito que puede dejar en silencio… a las televisoras, claro.

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▲ Antonio Turco Mohamed estuvo cerca del San Luis y de Cruz Azul, pero finalmente regresó para dirigir al Monterrey.Foto Jam Media

El clamor en las gradas, desde luego, debe desaparecer. Si tiene una mínima pincelada de discriminación hay que eliminarlo, pero no con una campaña de terror a quedar excluidos de un Mundial que siempre deja sabor a frustración. Bien pudo ser un programa de concientización, máxime si se dispone de un par de televisoras. El martes por la noche es el gran examen, no para el Tri, sino para el público.

La doble cara. Por un lado combativos antihomofóbicos y por el otro el equipo femenil de Televisa, el América, brinda por estos días una perla. El ex técnico del Tri de mujeres, Leonardo Cuéllar, quien forzó hacia la expatriación a Bianca Sierra y Stephany Mayor, ahora castigó a Lucero Cuevas, cuyo gran pecado habría sido enamorarse, o en palabras de Cuéllar, incurrió en una indisciplina; se niega a llamar las cosas por su nombre. La ropa sucia se lava en casa, elude.

Aquí nos tocó jugar, arguyen voces para que todos se resignen a ver refundido al futbol mexicano en los sótanos de la Concacaf, entre Copa Oro y Liga de Naciones. ¡Para nada!, sin salir de la zona, en el pasado se pudo competir en Copa América y Copa Libertadores, sólo hace falta que los federativos hagan labor con la mente puesta, ahora sí, en objetivos deportivos.

Antonio Mohamed se dio el lujo de botar a los Rayados e irse a España, donde pasó de noche, pero tiene un promotor todo eficacia, Christian Bragarnik, quien estuvo a punto de colocarlo en San Luis, mucho más cerca en Cruz Azul y finalmente lo devolvió al Monterrey. Lo llaman el Maradona de los representantes y tiene gran influencia en el balompié mexicano y el argentino.

El melodrama del club Veracruz sigue dando episodios llamativos, la Federación parece acercarse al hartazgo y amenaza con romper el cochinito para saldar las deudas de Fidel Kuri y ponerle punto final a su paso por el futbol. A Miguel Piojo Herrera le salió barato insultar a los árbitros, bien lo dijo Felipe Ramos Rizo: a los personajes de la Comisión Disciplinaria les pesan demasiado ciertas playeras.