A pesar de que los padecimientos no transmisibles, como las afecciones del corazón, los accidentes cerebrovasculares, los males crónico-degenerativos y el cáncer, se ubican entre las primeras causas mortales en el mundo, las enfermedades infecciosas aún son responsables de 4 millones de muertes al año, alerta la Organización Mundial de la Salud.

Celia Alpuche Aranda, directora adjunta del Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas (Cisei), señaló que si bien hay una transición epidemiológica, pues prevalecen los males crónicos como principal causa de decesos, no podemos bajar la guardia y creer que hemos vencido a los males infecciosos, porque no es así. El Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), la influenza aviar, el sarampión y el dengue nos lo demuestran.

Quienes fallecen por infecciones, lo hacen por las mismas causas de siempre: complicaciones en vías respiratorias, padecimientos gastrointestinales, sarampión y dengue, entre otras. Se trata de males que afectan a los más pobres.

Experta en el estudio de la influenza y el dengue, destacó que en las naciones más precarias existen más probabilidades de que la población enfrente males infecciosos, los cuales están lejos de ser un mal del pasado, incluso, hay patologías emergentes, como la influenza, por lo que no podemos bajar la guardia.

Otro de los desafíos, enfatizó, es hacer frente a los cambios en los fenómenos de transmisión, pues muchas infecciones estaban limitadas a regiones y latitudes específicas del planeta, pero ante el cambio climático, comenzó un proceso de migración para los vectores que las transmiten, como el mosquito del dengue, zika y chikungunya, cuya presencia se detectó primero en África y Asia, pero se ha ido extendiendo por todo el mundo.

En cuanto a las altamente contagiosas como el sarampión, señaló que llegamos a tener un buen control del virus mediante la vacunación y mejores condiciones sanitarias, pero ha reaparecido con fuerza, principalmente en Europa, aunque también se han detectado un incremento de casos en Brasil y Venezuela.

Alpuche Aranda consideró que entre los desafíos para México está generar mejores datos sobre la cobertura de vacunación de la población, pues consideró que se requieren censos nominales que permitan dar seguimiento “no sólo al número estimado de menores que han sido inmunizados en tiempo y forma, sino cuántos accedieron a las dosis de refuerzo o no, lo que nos permitiría conocer de forma más precisa el porcentaje real de mexicanos que aún pueden ser susceptibles.