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¿La fiesta en paz?

Plaza México, merecida asistencia // Reveladora conversación en una boda

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▲ Los buenos pintores no tienen tema aborrecido, incluso el recientemente fallecido Francisco Toledo, que entre otras obras dejó su Torero Verde. Foto Museo Rufino Tamayo
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e dice que con la edad uno va permitiendo cosas que antes nos parecían inadmisibles, y también se afirma que con los años a uno ya poco le importa que sus antojos se conviertan en daños.

De nada han servido las recomendaciones de los jilgueritos del sistema taurino para que la gente asista a la Plaza México y así apoye a la fiesta, es decir, a la mezquina oferta de fiesta del actual monopolio, el más adinerado de la historia y el menos imaginativo, reflejo del menguado profesionalismo de sus operadores y su desinterés por tomar en cuenta a la afición. Poco más de dos mil asistentes en la novillada inaugural y algo menos en la segunda, el lunes 16, en un coso con 42 mil localidades, hablan muy mal de los criterios para gestionar ese escenario. Sin embargo, tan pobres asistencias no les preocupan a las autorreguladas empresas.

A Espectáculos Taurinos de México, SA, ETMSA, la división taurina de Alberto Bailleres, no le interesa realizar encuestas ni estudios de opinión para conocer las demandas del público, sus expectativas y rechazos, señalamos en el reciente Coloquio Internacional celebrado en Tlaxcala. Ya no preguntamos por qué los operadores de las poderosas empresas que han manejado la Plaza México desde hace más de un cuarto de siglo son intocables, no obstante sus pobres resultados y su sistemática desatención a un espectador literalmente corrido a patadas.

Sin capacidad de liderazgo profesional, añadíamos, ETMSA, que maneja la Plaza México, posee las dos de Aguascalientes y las de Guadalajara, León, Monterrey, Irapuato, Tijuana, Ciudad Juárez y Acapulco, es el consorcio taurino más adinerado de la historia, pero su sentido de competencia se reduce a disputar con empresas menores a las mismas figuras importadas, reduciendo el interés de los públicos por la fiesta a tres o cuatro nombres extranjeros. En contraste con el resto de sus exitosos negocios, la división taurina del consorcio, sin una filosofía de servicio, cultura de calidad ni responsabilidad histórico-cultural, parece orientarse a las utilidades extrataurinas o fiscales.

Es que hace tiempo don Alberto ya no se entera de lo que sucede por debajo de la fiesta, comentaba en una boda uno de sus ejecutivos, y añadía: por encima de Juan Pablo Bailleres, el hijo taurino de don Alberto, el verdadero poder tras el trono es el modesto matador español en retiro Antonio Barrera; él es quien ordena y desordena y el que gira instrucciones a sus subordinados, los modestos matadores mexicanos en retiro Mariano del Olmo y Mario Zulaica. Incluso en febrero de este año, en carta abierta, un apoderado acusó de extorsión a Barrera y a del Olmo ante el jefe, pero no pasó nada.

¿No hay quien ponga orden?, preguntó una bella dama en la misma mesa. Pues no, por lo menos desde hace 25 años, en que las autoridades panistas en la delegación y ahora alcaldía Benito Juárez se han puesto de acuerdo con los Alemán-Herrerías, primero y con los Bailleres-Barrera, desde hace tres años, respondió el informante, y remató: todos están inconformes con Barrera y sus empleados, pero nadie dice nada, ni la crítica ni Tauromaquia Mexicana ni otras empresas ni ganaderos, toreros o subalternos por temor a ser vetados. La empresa taurina del jefe es tan poderosa que tiene a todos perfectamente alineados, y a los que conservan cierta autonomía se las tratan de quitar por todos los medios.

La tradición taurina de México, pensé, en manos de modestos matadores en retiro y en complicidad con autoridades panistas. Su suerte entonces está echada.