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Vox Libris
Secretos de familia
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▲ Gloria González-López.Foto Yazmín Ortega Cortés
Periódico La Jornada
Domingo 22 de septiembre de 2019, p. a16

La violencia sexual y el incesto en México son las coordenadas de un ‘‘hallazgo perturbador’’: esas conductas ya no deben habitar el silencio. En su obra Secretos de familia, la socióloga Gloria González López profundiza en esa realidad propiciada por una sociedad patriarcal y religiosa. Con autorización de Siglo XXI Editores, La Jornada ofrece a sus lectores un fragmento de este libro.

Mis senos se quedaron del tamaño que tenían cuando mi abuelo los tocó, revela Elisa al explicar las razones por las cuales su cuerpo pequeño parece el de una adolescente delgada y sin busto. Entre lágrimas describió la textura de lija de las manos de su abuelo materno sobre su piel tierna; a sus ochentaitantos años de edad el anciano toqueteó sus senos desde que ella tenía siete años y hasta los once. Por entonces, la conducta de su padre también confundía a Elisa: cuando él terminaba su jornada nocturna como taxista en Ciudad Juárez, Elisa y su mamá escuchaban con paciencia, durante el almuerzo, sus historias sobre los horrores y peligros que enfrentaba en el trabajo y lo bendecido que se sentía de volver a casa tras una larga noche en las aterradoras calles de la ciudad. Al final del almuerzo tomaba a Elisa de la mano para que lo acompañara a tomar una siesta. Sin embargo, algo nunca estuvo bien con esas siestas.

‘‘Tienes que cambiar, tienes que cambiar, porque si no, te mato.” Helián aún recuerda las palabras que su padre repetía insistentemente cuando usaba el pulgar para penetrarlo por el ano durante su infancia, desde los tres hasta los ocho años de edad. Por entonces Helián era un niño con rasgos femeninos que padecía mucho dolor y confusión porque no entendía lo que su padre trataba de decirle con estas horrendas acciones y amenazas de muerte. ‘‘¿Pero qué tengo que cambiar?”, se preguntaba. ¿Por qué iba a matarlo su papá? Helián nunca le preguntó; tenía miedo. A los ocho años su padre lo penetró analmente con el pene y lo dejó sangrando en el piso del baño. Recibió atención médica, pero su familia nunca discutió este trágico acontecimiento. Cuando entrevisté a Helián vivía en Monterrey como Heliana, el nombre que adoptó legalmente; era una maestra de escuela de cuarentaitantos años, graduada de la universidad, brillante, muy querida y popular; se autorrecetaba hormonas y vestía de forma modesta. ‘‘¿Nunca viste Tootsie?”, me preguntó Heliana con voz animada y me explicó que no era transgénero ni transexual, y que el personaje de Dustin Hoffman le ofreció hace años una forma creativa y humana de sobrevivir en un México homofóbico, donde ser un hombre gay con una expresión de género femenina, de voz suave y amable, equivalía a una sentencia de muerte.

‘‘¡Por qué chingados mis papás me cuidaron tanto, si en su misma casa y sus mismos hijos abusaron de mí, y ni siquiera se dieron cuenta de lo que pasó!”, exclamó Renata entre lágrimas de rabia. Sollozando describió los recuerdos gráficos, fragmentados pero vívidos y claros, que comenzó a experimentar, con espanto y confusión, cuando ella y su esposo asistieron a un retiro espiritual un año antes de que nos encontráramos para la entrevista en la Ciudad de México. Conforme recordaba le fue quedando cada vez más claro que su hermano mayor la forzó a tener sexo con él cuando ella tenía 4 o 6 años y él 17 o 19. Había crecido en una familia de clase media alta a la que le inquietaban los peligros del mundo exterior; Renata y todos sus hermanos terminaron la universidad y siempre disfrutaron una vida mimada, cómoda y llena de privilegios, escuelas privadas y al menos un viaje de vacaciones a Europa. La mamá y el papá de Renata, que ya fallecieron, nunca sabrán lo que experimentó con sus hermanos. Aunque le ha contado a sus hermanas, no sabe si alguna vez los confrontará.

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‘‘¿A poco no se está poniendo bonita tu hijastra? ¿Por qué no le echas un ojo?” Aunque a Samuel lo confundían las preguntas que le hacía esa mujer, a quien había conocido en un chat en el que experimentaba con el sexo virtual durante sus horas libres en un cibercafé en Guadalajara, la conversación también despertó su curiosidad. Eventualmente cedió a la tentación de entablar actividad sexual con su hijastra de 11 o 12 años de edad. Cuidó que su esposa no se enterara de lo que hacía, tocó a la niña mientras dormía y luego se desvistió frente a ella y la besó profundamente en la boca. Con el tiempo lo venció la culpa y le confesó a su esposa sobre el sexo virtual y lo que le había hecho a su hijastra; ella se sintió devastada, pero agradeció que fuera honesto y juntos buscaron ayuda profesional.

***

Acabas de comenzar a leer un libro con el que será difícil llegar al final. No hace falta decir que este proyecto fue una tarea que presentó muchos desafíos emocionales, pero creo que tras haber escuchado cada una de estas narraciones de recuerdos biográficos habría sido aún más doloroso no haber escrito este libro.

Este libro se ocupa de los relatos de vida (life stories) de sesenta mujeres y hombres mexicanos que, como Elisa, Renata, Helián y Samuel, me hicieron el honor de ofrecerme su confianza y de compartirme sus experiencias de vida más íntimas –y con frecuencia nunca antes contadas– sobre relaciones incestuosas y violencia sexual en la familia. Conocí y entrevisté a profundidad a estas mujeres y hombres en Ciudad Juárez, Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey entre 2005 y 2006, y establecí contacto con ellos gracias al generoso apoyo de activistas, grupos de mujeres, organizadoras comunitarias y otros profesionistas. También incluí las esclarecedoras y provocadoras lecciones que aprendí al entrevistar a 35 de estos especialistas. Algunos son activistas cuyos nombres aparecen actualmente en publicaciones sobre los derechos humanos, la formulación de políticas y las leyes destinadas a proteger a mujeres, niñas y niños en México.

El incesto en México

–Pierrette, necesito tu ayuda para encontrar mi próximo proyecto de investigación.

–¿Qué comunidad es cercana a tu corazón?

–Ciudad Juárez.

–¿Y qué urge en Ciudad Juárez?

–La verdad, no sé.

–Gloria, ve y pregunta.

¿Por qué escribir un libro de narrativas de vida sobre incesto y violencia sexual en las familias mexicanas? En mi carácter de feminista mexicana que se identifica a sí misma como una socióloga pública que estudia temas y problemas vinculados con la sexualidad que afectan el bienestar y las condiciones vitales de las familias mexicanas me di cuenta, en 2005, de que me tocaba elegir el tema para mi siguiente proyecto de investigación. Por entonces me interesaba involucrarme en algún proyecto que se ocupara de las necesidades urgentes de una comunidad que había llevado cerca del corazón durante unos cuatro años: Ciudad Juárez. Desde 2001 he visitado esta ciudad fronteriza como voluntaria a larga distancia para dirigir talleres sobre violencia contra las mujeres y desigualdad de género para organizaciones de la sociedad civil de la ciudad.