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Así comenzó la era Petrenko en Berlín
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▲ Instantes de la transmisión en vivo del primer concierto con Kirill Petrenko como titular artístico de la Filarmónica de Berlín, captados ayer en televisión desde el Digital Concert Hall de la agrupación alemana.Foto Pablo Espinosa
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de agosto de 2019, p. 2

Interesante coincidencia: en las carreras de relevos, a la estafeta que se heredan unos corredores a otros se le llama, en inglés, baton, mismo término que se utiliza para nombrar a la batuta.

Eso es precisamente lo que ocurrió este viernes 23 de agosto de 2019 en la Orquesta Filarmónica de Berlín, cuando la estafeta-batuta titular del conjunto pasó de manos del muy británico sir Simon Rattle a las del muy ruso Kirill Petrenko, en un concierto que generó muchas expectativas y que fue transmitido por el Digital Concert Hall de la orquesta alemana.

Estrictamente, no se trató de una novedad, ya que Petrenko apareció en varias ocasiones como director huésped de la OFB antes de su designación, y después de ella ha dirigido con frecuencia a los experimentados músicos berlineses. Es decir, este concierto fue más que nada una ocasión oficial simbólica, y vaya que cumplió con creces tal cometido.

Obras de Berg y Beethoven

En cuanto al programa, fue un típico caso de una de cal y una de arena. Para iniciar, la suite de la decadente, inquietante y expresiva (¿expresionista?) ópera Lulu de Alban Berg con la soprano alemana Marlis Petersen. Petrenko y la OFB hicieron una versión filosa, aguda y potente de esta música que, a más de ochenta años de distancia, sigue siendo una cabal expresión sonora de nuestros atribulados tiempos. Por lo visto y escuchado, se hace evidente por qué Marlis Petersen es considerada como una de las mejores y más intensas Lulus en los escenarios de ópera.

Después de este saludable recordatorio de que no toda celebración debe cabalgar sobre caballitos de batalla, la rica y sabrosa cocina sonora de la Filarmónica de Berlín sirvió como plato fuerte un lugar común de indudable atractivo universal: la Novena sinfonía de Beethoven.

Un tenso y bien articulado primer movimiento, un Scherzo tocado a una velocidad agradablemente moderada, un Adagio profundo pero sin arrastrar la música, y un Finale con muchos matices, en el que los mejores momentos ocurrieron a partir de la fuga coral, fueron las cualidades destacadas de la versión de Petrenko a este gran clásico de clásicos.

Más allá del hecho muy subjetivo de que la Novena no está, ni de lejos, entre mis sinfonías favoritas, no puedo dejar de pensar en que Kirill Petrenko bien pudo haber evadido la costumbre complaciente, programando para este singular momento de su carrera, y de la historia de la orquesta alemana, alguna de las grandes obras del siglo XX… o del XXI, por qué no.

El caso es que, tanto en sus interpretaciones de Berg y Beethoven en este su concierto inaugural como en sus anteriores presentaciones con los músicos de Berlín, Kirill Petrenko se ha mostrado como un director de muy amplio espectro, capaz de adaptar cabalmente su trabajo al espíritu de la música en turno.

Por momentos, Petrenko puede parecer un monje ascético cuando ejecuta música elusiva y evanescente; pero cuando la partitura convoca al Apocalipsis, el director ruso sabe convertirse en un demonio furibundo que desata rayos y centellas. (Para ejemplo, el melómano puede consultar el video de su interpretación de El poema del éxtasis de Alexander Scriabin).

Un temperamento así de mutable no puede sino hacerles bien a los músicos de la OFB, a la música, y al público. Sobre todo, a los músicos, porque fueron ellos quienes lo eligieron. Será interesante saber qué trae en mente Petrenko en cuanto a la programación futura de la Orquesta Filarmónica de Berlín, ahora que él es su jefe máximo. Igualmente interesante, sin duda, será conocer cuáles son sus ideas sobre todo aquello que ocurre más allá de los conciertos: los proyectos interdisciplinarios, el uso de los medios y las nuevas tecnologías, las sesiones nocturnas de música contemporánea, las presentaciones didácticas, la atención y promoción de los jóvenes músicos de la Academia de la Filarmónica de Berlín.

En estos y otros asuntos, ese muy buen músico que es Kirill Petrenko tiene el reto de llenar los zapatos, bien grandes, de sir Simon Rattle.