Opinión
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Una amenaza nuclear por accidente
E

n un interesante artículo escrito por el maestro en física don Antonio Gershenson, publicado en La Jornada el pasado domingo 18 de agosto, el citado experto también en temas petroleros nos alerta sobre algunos problemas técnicos de nuestras ya de por sí obsoletas instalaciones nucleares e insinúa sobre los eventuales peligros de esa situación, lo que trae a colación los eventos que acaban de ocurrir en Nyonoksa, que es un pueblo en la parte norte de Rusia donde se presume que se llevan a cabo ensayos de nuevas armas nucleares y donde acaba de ocurrir un accidente que provocó cinco muertos y tres heridos por contaminación nuclear que motivó la adopción de medidas de emergencia, que después de imponerlas fueron sorpresivamente canceladas sin explicación alguna.

La confusa respuesta a lo ocurrido en la instalación conocida como Nyonoksa, al parecer, está vinculada a la construcción de un nuevo proyectil que ensayan los rusos, conocido en Occidente como Skyfall.

El temor a la radiación nuclear y la determinación de Moscú de no dar información precisa sobre el particular, ha propiciado que se hagan comparaciones con lo que ocurrió en 1986 en Chernóbil cuando la entonces Unión Soviética trató de mantener en secreto la radiación nuclear que afectó áreas densamente pobladas.

Este incidente ha provocado interés mundial, en virtud de que el mismo fue vinculado a un nuevo programa nuclear de ese país a unas semanas de que tanto Rusia como Estados Unidos denunciaran su programa de control de armas nucleares de mediano alcance y, confirma, lo que ya se especulaba, respecto al desarrollo por parte de Moscú de un nuevo proyectil conocido como Burevestnik e identificado en la OTAN como SSC-X-9 Skyfall, artefacto que ya había sido detectado por las agencias de inteligencia estadunidenses, cuando Putin, presidente de la Federación Rusa, lo comentó en un video en el que claramente se veía el proyectil evadiendo con éxito los radares enemigos, antes de hacer blanco en su objetivo.

Volvemos a insistir, como ya lo hemos hecho, en que la proliferación y modernización de las armas nucleares no la podemos dejar a la voluntad de las potencias que tienen esos artefactos de muerte y que países como el nuestro tienen una obligación moral y jurídica, de tratar de detener la carrera armamentista que está hoy en día en su máxima intensidad.

* Embajador emérito de México Escribe a título personal