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Afroestadunidenses, felices con mis logros, dice

Soy la persona menos racista que existe en el mundo, responde Trump a críticos

Según el magnate sus comentarios no son una estrategia para ganar la relección, pero admite que lo dicho sobre Baltimore está ayudando

Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 31 de julio de 2019, p. 25

Nueva York. Ante el coro cada vez más amplio y vociferante que acusa de racista al presidente de Estados Unidos, Donald Trump se atrevió a, se supone, burlarse de todos y asegurar: soy la persona menos racista que existe en cualquier parte del mundo.

Tal vez lo más asombroso de este presidente es que aparentemente piensa que no tiene que ocultar su racismo, incluido el expresado en sus políticas antimigrantes (por cierto, ayer se reveló que su gobierno ha separado a más de 900 niños de sus familias desde mediados de 2018, a pesar de un fallo judicial para frenar esa práctica que ya había afectado a miles).

A pesar de críticas furiosas de políticos demócratas, defensores de derechos civiles, artistas, religiosos y hasta la reprobación de varios republicanos, Trump continuó ayer con su ataque racista de los últimos días contra el diputado afroestadunidense Elijah Cummings y su ciudad, Baltimore, casi como un niño de secundaria malcriado. Lunes y martes se lanzó contra otro líder de derechos civiles, el reverendo Al Sharpton, acusándolo de ser racista.

Después de haber denunciado que Baltimore está infestada de ratas, ayer añadió que es mucho peor y más peligrosa que la frontera entre México y Estados Unidos, y repitió que a pesar de todos los fondos federales invertidos en esa ciudad, sigue peor que nunca y por lo tanto es corrupta.

No se detuvo ahí, afirmó que ha recibido llamadas de habitantes de Baltimore, sobre todo afroestadunidenses, felicitándolo por decir la verdad, ya que esa gente está viviendo en el infierno en Baltimore. Más aún, dijo que los afroestadunidenses en general están muy felices con lo que he logrado hacer como presidente.

Las encuestas desmienten al mandatario, con menos de uno de cada 10 expresando apoyo (8 por ciento), según Gallup, mientras diversos líderes nacionales han condenado al presidente desde que llegó a la Casa Blanca.

Poco después de hacer estos comentarios, el presidente viajó a Jamestown, Virginia, para marcar el 400 aniversario de la primera asamblea representativa del hemisferio (de acuerdo con la versión oficial), lo cual se considera el nacimiento de la democracia representativa, y ahí Trump declaró que eso fue un triunfo del autogobierno que sería el fundamento para la república.

Vale recordar, hablando de autodeterminación y representatividad, que este 2019 también marca los 400 años de la llegada de los primeros africanos a Estados Unidos, quienes lo hicieron como esclavos.

Por las provocaciones raciales de los últimos días, casi todos los legisladores estatales afroestadunidenses de Virginia anunciaron que no se presentarían al acto con Trump, en protesta, y al ser informado el mandatario comentó que esos políticos estaban obrando contra su propia gente.

Un legislador estatal, el delegado palestino estadunidense Ibraheen Samirah, acudió al acto con pancartas en las que se leía: deporten el odio y regresa a tu hogar corrupto, e intentó interpelar al presidente mientras daba su discurso antes de ser escoltado a la salida, con los fanáticos coreando Trump, Trump, Trump para ahogar sus críticas.

El debate que Trump ha desatado en los últimos días y semanas al atacar a un diverso grupo de legisladores demócratas críticos de su régimen, todos de minorías raciales y a algunos de los cuales invitó a que regresaran a sus países si no les gustaba (todos menos una nacieron aquí y todos son ciudadanos), gira en torno de si todo esto forma parte de su estrategia política para continuar alimentando a su base dura con fines electorales, o si nada más es resultado de que el presidente es un vil racista.

El mismo Trump afirmó ayer cuando le preguntaron al respecto: no hay estrategia, no tengo ninguna estrategia, hay cero estrategia. Pero añadió que con sus ataques contra Baltimore, creo que me estoy ayudando.

Pero el consenso entre comentaristas es que su racismo, sea manifestación de una estrategia, de intuición, o simplemente de quien es, Trump está apostando que esto lo llevará, una vez más, al triunfo en 2020, y lo peor de todo, lamentan algunos, es que tal vez tenga razón.

Que Trump sea acusado de racista no es nada nuevo, y por ello no se trata de alguna nueva estrategia. Promovió la acusación falsa de que Barack Obama no nació en este país, afirmó mentirosamente que la comunidad musulmana en este país festejó el 11-S, exigió la pena de muerte para cinco jóvenes afroestadunidenses y latinos acusados erróneamente de violar a una mujer en Nueva York en los años 90, y en los 70, cuando de joven trabajaba en el negocio de bienes raíces de su padre, los Trump fueron acusados formalmente por el Departamento de Justicia de discriminacion racial por prohibir inquilinos afroestadunidenses. A lo largo de su presidencia ha expresado su racismo, sobre todo en sus políticas antimigrantes, y vale recordar que su campaña electoral arrancó con un ataque contra los mexicanos y después los musulmanes.

Hablando de migración, mientras Trump festejaba la democracia y todos sus grandes valores, se informó que su régimen había separado a un total de 911 menores de edad de sus acompañantes adultos –la gran mayoría, sus padres– con quienes cruzaron la frontera de México a Estados Unidos desde junio de 2018. El régimen del magnate fue obligado por un tribunal a suspender esta política hace un año. Las separaciones desde entonces han sido justificadas por las autoridades por el bienestar y protección de los menores, cuando tienen padres con historiales criminales, algo que disputan los defensores de libertades civiles.

Por otro lado, Trump elogió la decisión de su aliado brasileño, el presidente Jair Bolsonaro, de nombrar a su hijo como el próximo embajador de ese país en Washington. El mandatario estadunidense, cuya hija y yerno son asesores oficiales de la Casa Blanca, comentó que no le parecía un acto de nepotismo.

Fue buen día para festejar la democracia representativa.