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Despertar en la IV república

La formación de un gran político

L

a vida pública de Porfiro Muñoz Ledo es reflejo de su generación: la que nació en el cardenismo. Sus cualidades lohan llevado a ser protagonista los últimos 55 años de la vida pública en México. Vale la pena preguntarse cuál fue la ruta de la formación que recibió.

Muñoz Ledo perteneció a una familia modesta, sus padres eran profesores y sus recursos económicos escasos, pero le infundieron una voluntad de prosperar. Fue becario en escuelas maristas. La eduación confesional tiene sus defectos, pero le proporcionó una estructura para consolidar su talento. Su mayor influencia: la Facultad de Derecho de la UNAM que vivía una edad de oro cuando él se incorporó. Recibió cátedra de los mejores juristas y miembros destacados del aparato político. Le tocó en suerte la presencia de grandes profesores españoles exiliados. Tuvo el padrinazgo de Mario de la Cueva, quien lo animó en la creación de la revista Medio Siglo. Todo este conjunto de condiciones estimularon su crecimiento. Además, la Facultad de Derecho estaba inmersa en el ambiente de ideas e iniciativas de la UNAM que generaría poco tiempo después el espíritu de 1968.

Estudió en Francia y absorbió la ciencia política de Maurice Duverger y de otros maestros. Se nutrió en la atmósfera humanista y contestataria de París. Sirvió posteriormente al gobierno mexicano en Francia y ha estado vinculado a esa cultura de por vida. Al regresar a México, su talento fue descubierto por personajes como el presidente López Mateos, Jaime Torres Bodet, Ignacio Morones Prieto y Daniel Cossío Villegas. En 1963 fue invitado al PRI a un puesto más bien académico. El PRI tiene y tenía sus defectos, pero proporcionaba a los jóvenes disciplina y temple. Los preparaba para ejercer el difícil arte del poder y la tremenda competencia que implica.

En 1969, a los 36 años, PML estaba maduro para entrar a las ligas mayores. En ese entonces, el presidente Luis Echeverría lo invita para que trabaje como subsecretario de la presidencia de la que más adelante sería secretario del Trabajo. Las hazañas posteriores de Muñoz Ledo se deben a su valentía, lucidez, empuje… suerte. Su formación ha sido decisiva para ser de él quien es y para ocupar distintas posiciones estratégicas, incluso para convertirse en un temible opositor al régimen que había servido.

Colaboró: Mario Antonio Domínguez