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Malasuerte no es lo que quería escribir, sino leer, dice su autor, Hilario Peña

Entrevista con el creador de la saga detectivesca

 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de julio de 2019, p. 7

Los personajes de las novelas de detectives terminan por convertirse en los Virgilios del infierno en el que vivimos, dice el escritor Hilario Peña, autor de la saga Detective Malasuerte, que se integra hasta el momento por tres libros editados ahora en un solo volumen por Océano al cumplirse la primera década de la publicación del títu-lo inicial.

Lo más lógico en México es escribir una novela de narcos pero estas historias del detective Malasuerte tienen más que ver con una pasión por las historias de misterio. Y creo que en este sentido la imaginación y lo fantástico en la literatura terminan venciendo lo coyuntural o a lo obvio, expresa en entrevista el autor, nacido en Mazatlán en 1979 y radicado en Tijuana.

El personaje central de las novelas es Tomás Peralta, apodado Malasuerte por haber nacido un viernes 13 y ser pelirrojo, y que con el paso de las peripecias en su pueblo de origen hasta su huida a Tijuana se convierte en policía y después en detective de casos extraños. La saga comienza con Malasuerte en Tijuana, le siguen La mujer de los hermanos Reyna y Juan Tres Dieciséis.

Malasuerte es el personaje que me terminó convirtiendo en escritor en la medida en que me sacó de mi oficio previo, que era ser ingeniero en fábricas, y tuvo que ver más que nada con no escribir lo que yo quería escribir, sino lo que quería leer.

Malasuerte y sus historias como detective “aportan más que nada una manera de enfrentar el horror con el humor. Me atrae esta idea de si no vamos a poder enfrentar el problema de la violencia por medio de nuestros sistemas judiciales, que evidentemente son bastante perfectibles, al menos sí enfrentarlos con humor; que los últimos en reír seamos nosotros de esta situación, y creo que es algo muy sano.

Sé que en la vida real los misterios no se resuelven como si fuera una historia de Sherlock Holmes, pero ese énfasis en el hecho de que no todo tiene que ver con resolver problemáticas sociales, económicas, sino aceptar que hay una innata inclinación hacia el mal en el ser humano, me parece que es un paso necesario para de alguna manera volver más eficientes nuestros mecanismos judiciales.

Reconoce que quizá es presuntuoso decir que las historias detectivescas hacen énfasis en que el mal existe y debemos profesionalizarnos si queremos enfrentarnos al mal, pero realmente es una verdad y es algo que evidencia la novela policial, junto a otras cosas que por su propia naturaleza también funcionan como una novela de denuncia, porque en la medida que uno va siguiendo al detective en los distintos estratos sociales y económicos en los que se interna, uno descubre el mundo en el que vivimos. La novela policiaca, volviendo a los clichés, es una especie de Virgilio en nuestro infierno de Dante.

Escribir dentro de este género no significa evadir sus convenciones, sus reglas, porque entonces ya no pertenece a este género, ya es otra cosa. El chiste es, si vamos a apelar a la atención de un nicho de lectores apasionados de la novela policial, vamos a tener que echar mano de esas convenciones, pero el reto es renovarlas, darles una vuelta de tuerca a todos esos personajes que suelen poblar la novela policial.

Estar en este género literario es “caminar por esa fina línea entre lo que es la innovación y un producto que deja de ser novela policial. Si estamos de alguna manera coqueteando con los lectores de la novela policial, entonces se debe entregar una novela que reúna sus características pero aportando algo nuevo, y, sobre todo, con ciertos elementos que me parecen conductivos en la medida que hacen más amena la lectura: que no se pierdan las dosis de misterio y de humor; ése es el caso de mi literatura.

“No por tocar temas fuertes como la muerte o el crimen hay que perder el humor, cuando hago novela policial nunca es con detectives azotados y que parece que cargan la miseria del mundo sobre sus hombros, sino que nos presentan esta alternativa... ¿por qué dejar de reír ante el absurdo de nuestras vidas cotidianas?

El objetivo es presentar historias novedosas usando las convenciones de siempre y haciéndolo con humor para no contribuir al hartazgo de un lector que ya siente que hay demasiadas obras dentro de este género.

–Y también hay demasiada realidad.

–¡Exacto! Ése es un buen punto. Lo que hago al incorporar un elemento fantástico en mis novelas tuvo que ver con que no me gustan las novelas realistas aunque me guste leer o ver true crime. Me preguntaba por qué me gustan los trabajos periodísticos ligados a la nota roja y, sin embargo, las novelas realistas las abomino. Me respondí que el autor desperdicia un recurso más que válido y fascinante de la literatura: las infinitas posibilidades que te presenta, no sólo de crear situaciones originales, sino de ofrecer mundos novedosos.

“Es toda una dimensión que está para ser aprovechada por nosotros y que en situaciones ordinarias nos dice mucho acerca de cómo se comporta el personaje y el ser humano en general. El hecho de que la literatura te permita incluso incorporar situaciones extraordinarias nos enseña aún más del ser humano.

No se trata de evadir la realidad por medio de literatura escapista, al contrario, es literatura que nos hace ver nuestra realidad, pero usando los recursos y las infinitas posibilidades de la literatura.