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Ritual technochamánico devino confusión y aburrimiento al pie de la Estela de Luz

El dios Ehécatl se impuso y el viento apagó el incienso // Policías fueron involuntarios personajes del show

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▲ Aspecto de Empatía 5.1 Ritual Technochamánico, performance efectuado en la Estela de Luz.Foto Pablo Ramos
 
Periódico La Jornada
Jueves 13 de junio de 2019, p. 6

La confusión y el aburrimiento prevalecieron entre el público que asistió con mucha curiosidad a presenciar un espectáculo que fue anunciado en redes sociales por la Secretaría de Cultura como un ‘‘ritual technochamánico para sitio específico”, que consistiría en una ‘‘ceremonia de sanación con un paisaje lumínico y sonoro realizado con sensores de ritmo cardiaco, rayos gamma y el pulso del público asistente”.

El performance titulado Empatía 5.1 Ritual Technochamánico, a cargo del colectivo Bioscénica, comenzó unos minutos después de las 8 de la noche, en las escalinatas frente a la Estela de Luz, la cual, a sus pies, estaba rodeada por pétalos de rosas. Casi nadie acudió vestido de blanco ni con flores, como indicaba la invitación.

Eso sí, hubo muchos jóvenes con celular en mano, dispuestos a llevarse la primicia de captar los prometidos rayos gamma.

Iniciaron tres mujeres vestidas de blanco; interpretaron pa-sos de danza contemporánea, entrelazando sus ropas, al tiempo que fotógrafos de prensa buscaban el mejor ángulo para captar la escena, y un dron sobrevoló el lugar.

Luego del breve baile apareció Ramón Carrillo, de la comunidad wixárica, mientras se comenzaron a escuchar cantos en su lengua materna. Sin información adicional el público se entusiasmó un par de segundos, pensando que comenzaría eso de ‘‘apagar por un momento nuestra conciencia individual, como paso previo al mismo proceso pero extendido con nuestra mente colectiva”, como explicaron los artistas días antes en un comunicado.

Pero no, el señor y las bailarinas se pasaron casi una hora tratando de encender el incienso que colocaron en una columna. O a lo mejor de eso se trataba el ritual, para esperar que cayera la noche y se apreciara mejor la dispersa iluminación de la Suavicrema, como se conoce coloquialmente al también llamado Monumento a la Corrupción o Estela de Luz.

¿Y los rayos gamma?

Pasadas las 9 de la noche, algunas personas optaron por retirarse, ya no apreciaron el momento en el que encendió el fuego, hasta hubo aplausos. ¿Ahora sí llegaría el momento estelar de los rayos gamma?

No, el dios Ehécatl se impuso, y el viento volvió a apagar el fuego, pero el aroma del incienso por fin llegó a las personas que ocupaban las primeras filas.

Lo bueno fue que un pedacito de Luna apareció en el cielo y alegró las cámaras del noble e infinitamente paciente público que intentaba comprender el performance. Los policías que resguardan el Centro de Cultura Digital (CCD) salieron a hacer su chamba, efectuaron su rondín sobre los pétalos de rosas, fueron involuntarios personajes del show. Por fin, una de las integrantes de Bioscénica pidió al público conectarse a su página web ‘‘para que cada persona se le asigne un pixel de la Estela de Luz y entre todos la encendamos”. No se pudo. Sólo tres lo consiguieron y sólo tres cuadritos de la enorme columna se prendieron.

A espaldas del auditorio, a esa hora, la torre Bancomer encendió su elegante y espectacular juego de luces; de nuevo se salvó la tarde.

Cuando la mayoría de los asistentes se retiraba, se anunció: ‘‘imaginen que la Estela de Luz es el universo, ahí podremos ver en unos momentos los destellos de rayos gamma”. Luego una chica explicó que se trataría de ver encender los cuadritos del monumento, como si fueran los rayos gamma que han captado aparatos de la NASA, información disponible y gratuita en la página de esa agencia espacial estadunidense.

Algunos se quedaron a esperar tal prodigio, mientras otros se arremolinaban alrededor de otra de las bailarinas y les compartiera las instrucciones para conectarse al wifi del CCD, y de ahí a la página del colectivo Bioscénica parapoder encender desde los celulares los pixeles de la Estela de Luz.

En el aire quedó la explicación que hace unos días compartió el CCD acerca del technochamanismo, al que define como ‘‘un campo del conocimiento que busca las relaciones entre la tecnología y ontologías diversas (...) que busca mutar en proyectos y obras de arte que reivindiquen la libertad y la autonomía de los seres vivos frente a la tecnología”.