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Bajo la lupa

¿Qué sigue después del neoliberalismo?: Joseph Stiglitz, Nobel de Economía

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▲ Christine Lagarde, directora del FMI, conversa con el gobernador del Banco Central de China, Yi Gang, durante la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores del Banco Central del G20.Foto Ap
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oseph Stiglitz, consejero económico de Bill Clinton y Nobel de Economía, propone al “capitalismo progresista (¡sic!) –que insiste no es ningún oxímoron– como sucedáneo del neoliberalismo en su columna en Project Syndicate (que recibe donativos inductivos de George Soros).

Salvo en los intratables guetos mentales, ya no es discusión la defunción del neoliberalismo.

Joseph Stiglitz comenta lo archisabido que abordé hace 12 años en Hacia la Desglobalización (https://bit.ly/318c47c): en los pasados 40 años, EU y otras economías avanzadas han proseguido una agenda de libre mercado de impuestos bajos, desregulación y recortes a los programas sociales (sic), lo cual ha fracasado en forma espectacular (https://bit.ly/2KeE3fi).

Enuncia que el crecimiento es menor a lo que fue un cuarto de siglo después de la Segunda Guerra Mundial y que benefició mayormente a la cúpula de la plutocracia, lo que ha llevado a décadas de ingresos estancados y decrecientes para el restante de la población.

Para su lecho de Procusto existen por lo menos tres principales alternativas políticas: el nacionalismo de extrema derecha, el reformismo de centro-izquierda y la izquierda progresista (con el centro-derecha representando el fracaso neoliberal).

¿A poco el centro-izquierda no fue co-partícipe del cataclismo neoliberal?

Su taxonomía es muy discutible, cuando las elecciones europeas exhibieron la extinción del “centro (de la vieja dicotomía ‘izquierda’/‘derecha’)”, y se extravía al pretender que el centro-izquierda representa el neoliberalismo con rostro humano, como si el ofertismo fiscal tuviera algo de humano.

Su codependencia al centro-izquierda de Clinton/Blair/Soros y su aversión al nacionalismo –que puede ser, en la caduca dicotomía, tanto de izquierda como de derecha– lo obnubila y no distingue la presente dicotomía de globalistas (a la baja) vs nacionalistas (al alza).

Distorsiona que la derecha (sic) nacionalista (sic) reniega la globalización, culpando a los migrantes y a los extranjeros de todos (¡mega-sic!) los problemas de hoy”. ¡Qué simplismo!

Carece de visión geoestratégica, se confina al Atlántico-norte anglosajón, y trivializa el auge del nacionalismo tout court –en Rusia, China e India– (https://bit.ly/2JZur8P) al reducirlo a la peculiar aplicación económica de Trump.

Su alucinante capitalismo progresista se basa en cuatro prioridades:

1. Restablecer el equilibrio entre mercados, el Estado y la sociedad civil.Suena bonito, pero es inviable mientras el ser humano no sustituya al mercado como el centro de la ecuación económica. Soslaya la imperativa ontología geoestratégica de la nueva tripolaridad (EU/Rusia/China) y cuyo desenlace, que definirá la Inteligencia Artificial (IA), marcará el rumbo de mercados, Estados y sociedades.

2. “Reconocer que la riqueza de las naciones es el resultado de la investigación científica” que permite que grandes grupos de personas trabajen juntos para el bien común.Es una vulgar perogrullada y elude que la automatización/robotización/IA pueden provocar todo lo contrario que aduce.

3. Abordar el creciente problema de la concentración del poder de mercado; y

4. Cortar el vínculo entre poder económico y la influencia política cuando EU se mueve a un sistema fundamentalmente antidemocrático de un dólar por un voto.

Admite que no existe una panacea que pueda revertir el daño hecho por décadas de neoliberalismo.

Stiglitz no puede escaparse del estigma de haber sido cómplice del clintonomics y el blairismo de la hilarante tercera vía para favorecer a la plutocracia financierista. Siempre le critiqué que nunca se haya atrevido a poner en tela de juicio a la globalización financierista que hoy fustiga sottovoce.

Para las recetas posneoliberales, parece mucho más sólido el economista galo Thomas Piketty (https://amzn.to/2MDO6O6), que Stiglitz, pero sin un Nobel de Economía apadrinado por Bill Clinton.

A mi juicio, el posneoliberalismo tiende a regionalismos con economía-mixta y el doble cuidado a los humanos y al medio ambiente.

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