Opinión
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Infancia y sociedad

Fe de erratas

D

esarrollo económico no es lo mismo que desarrollo humano. Comprobado está que el desarrollo económico no produce por sí mismo desarrollo humano, pero este último sí es necesario para enfrentar con éxito carencias y adversidades. La riqueza económica ofrece falsa fortaleza; en tanto que la del espíritu, de la mente y de la cultura constituyen la verdadera fortaleza humana.

Tradicionalmente los gobiernos de México han confiado en la riqueza petrolera como respaldo inagotable y han descuidado la inversión en capital humano, que es la verdadera fuente de riqueza de un país, como demuestran grandes economías del mundo que lo son a pesar de carecer de reservas petroleras.

Gran parte de los mexicanos vemos con preocupación que en vez de invertir en desarrollo humano con presupuesto y programas específicos desde la infancia, el actual gobierno dedica muchos millones de pesos a la entrega de apoyos económicos directos a quienes supuestamente (incluye fifís adultos mayores) lo necesitan y que, si bien en algo les ayuda, no resuelve con tan pequeñas cantidades su pobre realidad. “…ensénalos a pescar y….”

Dos mil 100 mdp (en el sexenio) destinados a promover el béisbol en contraste con recortes al sector salud, a libros de texto gratuitos y en el contexto de 4 millones de niños fuera de la escuela y miles de escuelas en estado deplorable es simplemente una aberración económica y moral.

Otro hecho confuso es que la jefa de Gobierno de la CDMX se ocupe del uniforme de los escolares y –sin pedirles opinión– anuncie con entusiasmo que las niñas podrán usar pantalones y los niños faldas, como si no hubiera asuntos urgentes en qué pensar y ser creativa: como si no hubiera tanto feminicidio impune, como si no desaparecieran a diario niñas y adolescentes que no volvemos a ver jamás, como si la desigualdad entre sexos estuviera hoy todavía en la falda y el pantalón. No debiera ser necesario recordarle que falta agua en 40 por ciento de las escuelas de la capital; que urge revisar cada escuela para evitar otros Rébsamen; que se requiere un diagnóstico serio de la educación pública en la ciudad. En fin, chacoteo de la izquierda, dudoso compromiso con la niñez capitalina.

PS. La primera mujer que usó pantalones en protesta contra los prejuicios sociales fue la anarquista y escritora puertorriqueña Luisa Capetillo ¡en 1919¡ Ya llovió ¿no?