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Reducir brecha salarial, meta inalcanzable con políticas actuales: investigadora
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de junio de 2019, p. 17

En México, aunque los ingresos del 40 por ciento de la población más pobre crecieran más que la media nacional, como sugiere el décimo objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU (Reducción de desigualdades), tomaría más de 120 años emparejar la brecha de salarios entre ricos y pobres, afirmó Leticia Merino Pérez, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

La tasa a la que ha crecido el ingreso de los sectores más vulnerados en los pasados 10 años sí ha sido mayor al promedio nacional; sin embargo, ni ese crecimiento permite cumplir con sus necesidades básicas, indicó la también coordinadora del Seminario Universitario de Sociedad Medio Ambiente e Instituciones.

En el Encuentro 2030. Una aproximación desde México y la UNAM, la coautora de la Agenda Ambiental 2018, Diagnóstico y Propuestas, dijo que nuestra nación padece una desigualdad extrema, pues aunque es la economía número 14 del orbe, tiene a 44 por ciento de sus habitantes en la pobreza, y a 7.5 por ciento en pobreza extrema.

Diez por ciento de los más ricos recibe 36 por ciento del ingreso del país; en contraste, 50 por ciento de la población se divide 20 por ciento. El 10 por ciento más pobre recibe sólo 1.8 de los ingresos. Esto nos remite a un pasado colonial, que se sigue reproduciendo 300 años después, subrayó.

Merino Pérez resaltó que no sólo es una cuestión económica, sino del poder de las empresas, que cada vez es mayor, y ejemplificó con el régimen fiscal, muy favorable para los más adinerados: hasta 2016, se estima que más de 80 por ciento de los ingresos fiscales del gobierno los pagaron las personas físicas.

Los niños y adolescentes son particularmente más pobres que el resto de la población; esto es muy grave para la sociedad. La vulnerabilidad en México es estructural, por lo que necesitamos cambios estructurales, no paulatinos, no solamente programas de transferencias a sectores particulares. Se requieren políticas de inclusión, de transformación profunda, no sólo económicas, sino sociales, sostuvo la investigadora.