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Despertar en la IV república

Los primeros 60 días

A

penas he trabajado un bimestre en la Fiscalía Electoral y ya tengo material para escribir un capítulo de mis memorias. Es un trabajo muy interesante con episodios agudos, muy emocionantes. Me he propuesto servir en la tarea colectiva de erradicar el fraude y las trampas electorales. Algo nuevo en México será el respeto a la legalidad electoral, porque había predominado la costumbre fatídica de promover reglas endebles para la competencia y, además, violarlas o esquivarlas. México es una de las pocas naciones en el mundo donde todavía hay dudas sobre el carácter genuino de los comicios. En lo personal he sentido un efecto muy estimulante de trabajar en aquello a lo que he dado la mitad de mi vida y seguir en el tema más allá de los 80 años.

La Fiscalía Electoral durante 25 años fue como un perro de bronce que simulaba amenazar, pero era incapaz de morder. Hubo un periodo breve, pero intenso, cuando Santiago Nieto se tomó en serio eso de ser fiscal. Antes y después hubo espléndidas gentes en la dirección, pero ninguno de ellos tuvo el apoyo del Estado para perseguir a los delincuentes electorales; en una época bastante turbulenta no se pudo poner en prisión a uno solo de estos bandidos.

El único requisito que debemos cumplir es obrar rectamente. No utilizar este instrumento para amenazar o debilitar a los enemigos y mucho menos para ser permisivo o tolerante con los amigos. Uno tiene que fincar el respeto de los ciudadanos y de los competidores actuando de modo impecable. Esto es fácil de comprender y difícil de aplicar. Hay una nueva voluntad política, lo he repetido multitud de veces: se logró convertir en delito grave una conducta electoral. El delito más frecuente ha sido utilizar los programas gubernamentales para influir o condicionar el voto. La reforma al artículo 19 constitucional es un arma pesada, porque se autoriza la prisión preventiva oficiosa para quienes infrinjan esta norma. Esto no existía. Ahora habrá, además, que fortalecer todos los delitos de modo tal que la fiscalía no sea un tigre sin dientes. ( Colaboró: Meredith González A.)

Twitter: @ortizpinchetti