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Vivir en riesgo
E

l presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido ­encomiado numerosas veces por sus dones de comunicador. Ha recibido loas ­merecidas por su profunda empatía con los ciudadanos que lo eligieron y, con toda evidencia, con los infinitos pueblos que ha visitado sin descanso. Ostensiblemente se trata de un lazo de afecto, de sintonía emocional con sus partidarios. Hace décadas que no veíamos una conexión de tal hondura entre un dirigente político y sus simpatizantes. Ese vínculo no sólo es marcadamente afectivo, se alimenta también, claramente, de la confianza nacida de las promesas de justicia social declaradas a raudales por el Presidente y de las ilusiones sentidas por las grandes mayorías: él hará llegar por fin a los excluidos, al menos, un nivel mínimo de vida decente.

El Presidente ha asumido su ­responsabilidad con un camino frente a sí, y una meta de justicia social en el horizonte. En las dos o tres últimas semanas esa meta luminosa parece alejarse y el camino tornarse más largo, o el paso volverse más lento, y no es claro que lo esté percibiendo así. La economía se embarulla pero, a la par, en esta materia, su arte comunicativo se enrarece y su discurrir se aleja de los duros hechos del presente y del futuro inmediato.

Un tema: el crecimiento económico. Las más diversas instituciones tienen cálculos econométricos de las tendencias recientes cuyos resultados señalan un crecimiento de 1.6 por ciento para 2019. Frente a esas estimaciones el Presidente argumenta: “No vamos a crecer al dos, dicen…; les vamos a ganar en sus pronósticos y les vamos a ganar… porque hay una variable… que nos ayuda mucho: ya no hay la corrupción que existía cuando ellos gobernaban”. En ningún juicio lógico la ausencia de corrupción ocasiona crecimiento.

Admitamos: en el juicio del Presidente hay algunas mediciones no ­expresadas. Acaso: ¿la ausencia de corrupción, nos da ahorros, y con estos recursos generamos crecimiento? Faltan aún muchas cosas: ¿cuál corrupción eliminada produce cuántos ahorros? ¿Está estimada la cuantía de los ahorros? Para que esos ahorros produzcan crecimiento, deben ser invertidos. ¿Dónde serán invertidos y cuál es el impacto de crecimiento que producirán?

Como puede advertirse, la ­comunicación en esta materia es más complicada que: ausencia de ­corrupción superará la estimación de 1.6 por ciento de crecimiento.

Pero hay asuntos de economía política sustancialmente más complejos, sobre los que los ciudadanos y los pueblos de México tendrían que ser advertidos con una comunicación eficiente. Los hechos inconmovibles: la ­macroeconomía funciona según la correlación de fuerzas de los actores económicos; la economía mundial está financierizada y opera con brutales reglas abusivas; Petróleos Mexicanos (Pemex) fue endeudada por los gobiernos neoliberales hasta por 104.5 mil millones de dólares; las empresas gestoras de fondos de inversión, como BlackRock, y las empresas petroleras de EU no quieren la refinería de Dos Bocas.

Ha llegado ya un adelantado a ­advertirlo públicamente, Ángel Gurría: la deuda de Pemex es desorbitada; esa empresa está en una contingencia; la posibilidad de que la calificación de su deuda sea rebajada puede afectar la deu­da soberana del gobierno mexicano; es una posibilidad muy seria y muy delicada; afecta a la economía pública y a la economía nacional. Además hay problemas ambientales severos, Dos Bocas está al lado de un manglar…; estas fueron algunas de las advertencias nada veladas del secretario general de la OCDE: el secretario de los ­megamillonarios de este planeta, donde nos hacen un lugarcito como ¿para qué?

Las presiones han sido sin ambages. Probablemente esas presiones habían ocurrido ya, previas al adelantado. Por lo pronto, Dos Bocas aparece disminuido en el Plan Nacional de Desarrollo; aparecen como prioritarios el Tren Maya, el Corredor Transístmico y el Aeropuerto de Santa Lucía. Adicionalmente, en el marco de la visita de Gurría, se ha echado a andar un nuevo programa de austeridad, para canalizar un ­(indefinido) monto de ­recursos que serán destinados a Pemex.

El conjunto de las decisiones sobre la empresa petrolera afectan claramente a la economía nacional, es decir, a todos los mexicanos. No es exagerado decir que todos los programas del gobierno están ahora sujetos a una tensión muy grande. El estrés de las finanzas públicas está yendo al máximo. ¿Está el gobierno de AMLO tomando las mejores decisiones en relación con Pemex, a la nueva refinería y al recorte desusado en el gasto público?

Las direcciones de área de todas las secretarías serán canceladas: ¿son inútiles?; si lo eran, ¿por qué se les dio presupuesto? Esta pregunta vale para todos los recortes. ¿Cómo ­afectarán a los servicios públicos todos los recortes? ¿No acaso se trata de un ­conjunto de problemas que atañe a todos los mexicanos?

La comunicación correcta y abierta del Presidente hacia la ciudadanía hoy sería especialmente necesaria. Gurría ha amenazado sin autoridad moral; la verdad: de nada sirve descalificarlo.