Opinión
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Ciudad perdida

Cumple el gobierno deuda con trabajadores

P

arece raro y hasta increíble saber de un acto de justicia a secas, es decir, que no persiga algún beneficio para quien lo ejerce. A eso no estamos acostumbrados. La justicia en la Ciudad de México, hasta hace no mucho tiempo, tenía nombre y apellido. Aquí no se daba, nos cuentan, paso sin huarache.

Lo anterior porque ayer la jefa de Gobierno de la ciudad, Claudia Sheinbaum, decidió hacer justicia salarial para los trabajadores del mismo gobierno que en buena parte, más de 10 mil, sólo reciben un salario mínimo, mismo que se verá incrementado hasta superar las cifras de la inflación.

Sí, como dijimos, es un acto de justicia, y visto así de primer golpe bien podríamos decir que la jefa de Gobierno pretende congraciarse, para lo que venga en política, con esos trabajadores. Pero resulta que no, que se trata sólo de pagar una deuda con esos empleados que significan el armazón de la burocracia de la ciudad.

Estos empleados, que a final de cuentas son quienes trabajan en las instalaciones del gobierno, pertenecen al sindicato que hoy encabeza Juan Ayala, líder que empeñó la organización a la posibilidad de que Miguel Ángel Mancera se convirtiera en presidente de la República, y como es del conocimiento público, perdió.

Pero sus derrotas, las de Ayala, no paran ahí. En 2015 fue postulado como candidato del PRD a la diputación local por el distrito 15, y fue vencido. Más tarde, en 2018, el PRD insistió con él como posible miembro del Congreso local, y volvió a perder. Hoy, sin otras alternativas políticas, se ha unido a René Bejarano en busca de cobijo, mientras el sindicato y sus trabajadores siguen en el olvido. Habría que decir que el aumento salarial nada tiene que ver con Ayala.

Por más de una década las anomalías en el sindicato, es decir, la nómina de trabajadores del gobierno de la ciudad, crecieron. El año pasado 12 mil sindicalizados recibían un salario por debajo del mínimo legal, mientras Ayala buscaba cómo treparse a una curul, y nada se hacía para obligar al gobierno a que cumpliera con la ley.

Pero este líder, que según se ha dicho fue quien llevó a algunos trabajadores con pancartas insultantes en contra de Andrés Manuel López Obrador al primer debate de candidatos a la Presidencia de la República, hoy sigue mandando en el mayor agrupamiento de trabajadores de la ciudad, y sigue siendo un opositor a los gobiernos de Morena, o para dejarlo más claro, en el charrismo de ese sindicato la enemiga preferida es Claudia Sheinbaum, y por más que ella tratara de meterse al bolsillo a la organización gremial, en ese sindicato manda el charro, y nadie más. Claro, hasta que lo quiten.

Por eso es que hoy hablamos de un acto de justicia de la jefa de Gobierno. Así, sin aroma a control político. Justicia a secas. Eso está muy bien.

De pasadita.

El senador por Oaxaca Salomón Jara explicó, o trató de explicar su ausencia, que habría definido un rumbo diferente a la reforma educativa. Y como es costumbre, al can más flaco se le cargan las pulgas, y más allá de su pertenencia al estado de la República que desde las bases magisteriales se ha manifestado en contra de dicha reforma, no debería ser el único culpable, o cuando menos el más sospechoso, y esto porque en justicia deberíamos decir que los amarres de los que tanto presume el senador Ricardo Monreal con los legisladores de otros partidos tampoco funcionaron, y aunque este es un hecho del que poco se ha hablado, ahí queda, nada más.