Opinión
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Antropología sonora del rock pesado nacional
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▲ Portada del disco Metal de la banda jalisciense Fongus.
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a instalados en esa década y con la edición de clásicos del género como el homónimo de Iron Maiden; el Bristish Steel, de Judas Priest; el Heaven and Hell, de unos Black Sabbath con Dio en la voz; del Ace of Spades, de Motörhead, por mencionar algunos, los jaliscienses Fongus fueron de las primeras bandas metaleras en grabar en español: Guadalaja Rock (1980), Aferrados al rock (1981) y Metal (1983).

Otro de los pilares de la escena heavymetalera nacional es Mistus, que apareció por primera vez en la grabación del acoplado Rock Nacional 1981, con Perdiendo el tiempo; más tarde grabaron Life of a match, álbum en inglés, donde se aprecia un sonido duro que, sin ser totalmente heavy metal, impresionó por su calidad.

Cabe destacar la importancia de discos acoplados en la conformación del espectro, que ayudaron a difundir bandas que solamente aparecían en ellos. Grabaciones como Escuadrón Metálico Proyecto I (1986) incluyó a Aspid; Escuadrón Metálico Proyecto II (1987) a Alucard y Gog; Explosión Metálica (1988) a Auster y Bestial Invasion y Metalmanía (1989) a Espíritu Eléctrico.

La avalancha sonora heavymetalera se generó en todo el país: De Tijuana a Chiapas; los ecos del heavy metal resonaron con fuerza gracias a bandas como los sonorenses Lynx, cuya grabación Be Wild (1984) fue lanzada por Vértigo Records, sello que entre su roster tuvo a bandas como Black Sabbath. Por otra parte, Ramsés, en 1985, lanzó el clásico Apocalipsis, cuyas letras están basadas en la novela Abolición de la propiedad, de José Agustín.

Los sonidos más extremos del heavy metal se gestaron en los inicios de 1980. Desde Ciudad Juárez, Chihuahua, la furia sonora del thrash metal hacía su aparición en México con los demos de los Death Warrant, grabados entre 1984-1986, cuando bandas como los cariocas Sepultura aún no nacían o los estadunidenses Slayer todavía no despegaban.

Pero sin duda, un disco que marcó un antes y un después en la historia del heavy metal mexicano fue el elepé Metal caído del cielo, que editó Luzbel en 1985. Grabación que, según músicos de la talla de Francisco Gatica (Ramsés), colocó al metal nacional en el firmamento.

Este disco reúne calidad de grabación y composición, tiene sonido propio, fue editado por Comrock, la primera compañía de rock mexicano con distribución nacional.

Por esas fechas, la banda Ultimátum marcó historia en el rock pesado mexicano al ganar el concurso Valores Juveniles Bacardi y Compañía de 1986, lo que le permitió salir de gira por el país, además de presentarse en programas televisivos como Siempre en Domingo y Eco Noticias, lo cual marcó un hito en la historia del metal nacional y del rock en general. Destaca su disco homónimo lanzado ese mismo año.

En esa década, el heavy metal se arraigó en el gusto nacional gracias a composiciones hechas y cantadas en español, además de que muchas de sus temáticas eran sobre el entorno inmediato, logrando una inmediata identificación con un género que trasgredía la visión comercial del Rock en tu idioma, que la compañía BMG Ariola encabezó para dar a conocer bandas mexicanas, argentinas y españolas que cantaban en nuestro idioma.

Otro factor que influyó en la consolidación del heavy metal en mexicano fue el apoyo brindado por medios de comunicación como Radio Capital y la revista Conecte. Mención aparte merece el programa Música sin fronteras, conducido por Alfonso Teja y transmitido por el canal ECO de Televisa, que durante la madrugada presentaba en vivo a grupos nacionales y extranjeros.

El heavy metal, metal extremo o música pesada, es un género vivo, fuerte, fresco, una expresión que lo mismo habla de acontecimientos históricos que de seres mitológicos, culturas ancestrales, problemas personales, es un abanico sonoro y lírico que merece ser escuchado y reconocido.